lunes, 27 de febrero de 2012

Sabattini, el "Tano" de Villa María


Qué Sucedió en Siete Días,
4 de febrero de 1947


“Del gobierno a casa”, fue una frase memorable de Yrigoyen. Cuando Amadeo Sabattini concluía en Córdoba su mandato gubernativo, parafraseó el concepto: “Del gobierno a la calle”. Lo hizo: no ha vuelto a ocupar funciones públicas. En rigor, cumplió mejor la sentencia de Yrigoyen; se fue a su casa de Villa María, de donde sólo ha salido a ratos en muchos años. Sale poco, habla menos. “Es el nuevo Peludo”, dicen admirativamente sus parciales. Lo mismo expresan, con sorna, los adversarios.

Siempre fue reacio Sabattini a las declaraciones periodísticas; son la excepción. Lo habitual es que se filtren impresiones a través del círculo íntimo: Sabattini dice tal cosa, Sabattini opina tal otra. El 4 de junio no cambió ese hábito: algunos comentarios breves, una nota al comité nacional, repudiando todo pacto: varios discursos en la campaña previa al 24 de febrero... Entró después en prolongada etapa de silencio. Nadie había recogido, desde hace mucho tiempo, su opinión categórica sobre temas candentes del radicalismo y del país. Qué acometió esta tarea: lo entrevistó y Sabattini ha roto su mutismo.

Vale la pena recapitular la acción política de Sabattini en los últimos años, para ubicar mejor sus juicios en espacio y tiempo. Vuelto al llano en 1940 desde su “cueva” provinciana, influye ostensiblemente en la orientación radical. Da el espaldarazo a candidatos: Del Castillo, su sucesor en el gobierno, fue “hechura” suya. Rehúsa posiciones legislativas. Pudo ser senador nacional en dos oportunidades: prefirió ser “simple soldado”. El sabe por qué, comentaron sus opositores: Sabattini fracasaría en el Congreso; en cambio, convence y persuade en el ámbito de su consultorio médico.

Abril de 1943. El líder cordobés anuncia, si la guerra lo permite, un viaje a Europa, “en cuyo continente se están gestando hechos sociales que repercutirán en el futuro de la humanidad, y que es interesante estudiar”. Visitaría Portugal, España, Francia e Italia. Itinerario sugestivo –anotan quienes no comulgan con don Amadeo–; son países totalitarios, o sojuzgados por el Eje.

El viaje queda en proyecto: llega la revolución en junio. En Córdoba, el gobernador Del Castillo es depuesto, como todos los otros, pero pasa a ocupar la presidencia de la Corporación de Transportes en Buenos Aires. Surge, en el lenguaje político de la hora, un calificativo: colaboracionista. Lo es, para la oposición, Santiago del Castillo. ¿Contaba con el asentimiento de Sabattini? ¿Se iba a radicalizar, por conducto de éste, la revolución? La historia dará mejor respuesta. Mientras tanto anotan los contemporáneos: “Galoparle al costado” (usando una expresión familiar a Yrigoyen) fue la táctica aconsejada, ante el poder de facto, por intransigentes de alta jerarquía.

Después del 4 de junio se atribuyen a Sabattini actividades sigilosas para “copar” o respaldar la revolución. Conversa con jefes militares; ¿lo escuchan? Pareciera que no; Sabattini se exilia voluntariamente en Montevideo. “No quiere que lo manoseen –dicen algunos–: va a preparar la revolución...” El presidente Ramírez, por mediación de Elpidio González, le pide que colabore para la unión de los argentinos. Se concerta una entrevista que no llega a realizarse. Perón se opone, es la explicación. Vuelve Sabattini al Uruguay, donde reedita su aislamiento; San Ramón, villa apartada de Montevideo, es su nuevo retiro.

Marzo de 1945. Sabattini vuelve al país. De nuevo en Villa María, insiste en su antigua postura: “El radicalismo es la fuerza rectora del país. Nada de frentes populares”. Paralelamente, la cantilena pública: “Lo han llamado de Campo de Mayo. Es el hombre que une”. Más tarde: “Se entrevistó con Perón en el yate Adhara”. Sabattini deja hablar... En septiembre del ‘45 insiste el eco general: “Conversó con Perón en Córdoba”. Esta vez sale al cruce del rumor: “No me moví ese día de Villa María”. Y agrega, en un principio de definición: “Estamos contra el 6 de septiembre y contra el 4 de junio. Pronto se terminará el colaboracionismo”. Un mes después felicita al general Avalos por haber “posibilitado comicios libres sin candidatura oficial”. Protestan muchos radicales: nadie puede negar –afirman– que Perón es el candidato oficial. En la convención piden sanciones contra Sabattini.

La mayoría radical acepta la unidad democrática. Sabattini acepta la decisión, pero no actúa en la dirección de la campaña. En una breve gira, combate en el mismo tono “al régimen militar y a la oligarquía conservadora”. Cuando en Tucumán atacan su convoy a balazos y resulta herido en una oreja, ocupa la tribuna: “Los enemigos del radicalismo sólo desean instaurar un régimen de terror nazifascista como los que causaron la desgracia a Italia y Alemania”. Sabattini no es totalitario, observan los que recuerdan que proyectaba un viaje a esos países.

Después de la elección presidencial, Sabattini se aisló una vez más en Villa María. Aislamiento a medias. A su finca han llegado últimamente –lo divulgan a voces en la ciudad– visitantes secretos: figuras políticas, militares, hombres públicos del continente. Háblase de dos emisarios de Perón; con el primero se entrevistó; al segundo no lo habría recibido.

Villa María ostenta como sello típico su condición de residencia del ex gobernador. Pero el prestigio nacional de Sabattini es una cosa, y el local es otra. Los candidatos a intendente que él propicia vienen siendo derrotados. Un ex sabattinista, ex lustrador de calzado, ex fotógrafo ambulante y actual director del periódico Tercero Abajo, el “Turco” Salomón Deiver, es su enemigo pequeño; lo vence en los comicios municipales. Es la contrafigura del líder dicharachero, conversador, autopropagandista.

Los hábitos de Sabattini son notorios. Casi nunca sale de la casa: sólo para asistir a algún enfermo en consulta. De vez en cuando toma un helado en una confitería central. Mucha gente de Villa María casi no lo conoce, pero recuerda anécdotas graciosas. Ciertas tardes se lo ve regar el jardín de su casa, en salida de baño y con boina. Suele pasear por la cuadra en la misma indumentaria. Es sobrio en las comidas. Recuérdase una de sus cenas, cuando era gobernador. El menú: sopa, papas hervidas con aceite y café. El costo: 60 centavos. Glosa él mismo su sobriedad: “Soy un médico de campaña, y en otras épocas he vivido gastando muy poco, ya que mis costumbres son las de un campesino. No aspiro a ninguna clase de riqueza. Hoy nosotros somos los verdaderos descamisados”.

La casa de Amadeo Sabattini padece los estragos de los años. Para mucha gente la personalidad de su ocupante (esquiva, callada, hosca, austera, contradictoria) trasciende a las paredes.

Los enfermos aguardan en una habitación modesta; por todo moblaje, cinco sillas viejas, de estilos diferentes, y una mesa de revistas.

Hasta allí llegan los enviados de Qué, un cronista, con su cuestionario; su acompañante, con la intención de tomar fotografías.

Aparece el dueño de casa: gesto duro, ojos grandes, oscuros y saltones. Conduce a sus visitantes a su despacho-consultorio. En el trayecto, un corredor ancho, en penumbra densa, y otra dependencia privada, también oscura.

El despacho (la “cueva del Peludo”, como dicen algunos) no puede compararse con ninguna figura geométrica definida; rectangular en apariencia, tiene más de cuatro muros. En el techo, algunos ángulos ligeramente abovedados, y una claraboya. Pocos muebles. Un escritorio y un sillón giratorio. En un ángulo, sobre un armario, un diminuto busto de Yrigoyen, como único detalle ornamental. Tres sillones se apoyan sobre una de las paredes: son antiguos, forrados en blanco. Una camilla para la revisación de enfermos completa el moblaje visible; el resto se oculta en la semipenumbra de una zona irregular y estrecha de la habitación. Hay en todo reminiscencias de la casona de Yrigoyen, en la calle Brasil. Mientras Sabattini repasa con la vista el cuestionario, lo observan sus visitantes: es delgado, aunque sus íntimos dicen que ha engordado mucho en los últimos meses. Su atuendo de entrecasa es negligé: guardapolvo de médico, camisa de cuello grande, corbata de grueso nudo.

La pregunta inicial aborda el tema básico: ¿Se mantendrá unido el radicalismo? Otras se subordinan a ella: ¿Qué harán los intransigentes? ¿Cómo será encarada, en definitiva, la reorganización?

Sabattini relee una vez más el cuestionario, y se decide a hablar.

–Bien (hay decisión en el tono), esto se contesta muy fácilmente. Tome nota:

“En primer término es menester dejar aclarado que el concepto de unidad es fundamental y más en esta hora, en la que el radicalismo unido debe servir a los intereses del país, analizando desde la oposición la obra que se iniciara desde su fundación y que nadie será capaz de menospreciar y menos confundir.

“Nada tenemos que decir los radicales intransigentes, ni nada diremos de las autoridades partidarias. Si luchamos tesonera y limpiamente para imponer nuestra interpretación del radicalismo, es porque creemos que el radicalismo necesita una renovación de hombres y de conducta.”

–¿Su posición con respecto a la junta de los 15?

–Tengo confianza en ellos. Los radicales somos soldados disciplinados.

El cuestionario no comprendía específicamente la situación internacional argentina. Sabattini, espontáneamente, aborda el tema:

–Esencialmente en el orden internacional no estamos con nadie. Ni con el totalitarismo ruso, ni con el imperialismo yanqui. En la tercera guerra mundial que se avecina también seremos neutrales. Entendemos que más vale una gota de sangre argentina que todos los causantes de las luchas fratricidas mundiales, que se concretan hoy en los dos factores que se enfrentan: el totalitarismo y el imperialismo.

–En consecuencia, ¿su postura en materia internacional no se ha modificado después del conflicto bélico?

–Los hechos nos han dado por segunda vez la razón. Fuimos neutrales creyendo que las luchas anteriores no eran para un mundo mejor. El mundo quedó igual o peor que antes. Por eso hoy me ratifico en la posición: seremos por tercera vez neutrales. Esto nos separa, profundamente, de un sector de nuestro partido que, por lo menos, creyó que la última guerra fuera redentora.

–Los gobiernos anteriores, y el mismo de la revolución, mantuvieron una política neutralista. La campaña electoral del coronel Perón se cumplió bajo un lema antiimperialista. ¿En qué coincide su posición en materia internacional con estos antecedentes?

–Es menester aclarar que un mundo nos ha separado de los gobiernos anteriores totalitarios; con el presente, también totalitario, se impone advertir que si no está sentado en la mesa de Mr. Braden, lo hará en breve. Sí, su lema electoralista fue: “O Braden o Perón”. Pero no lo dude, en breve será “Braden y Perón”.

El cuestionario comprende una pregunta sobre la posición de Sabattini frente a las realizaciones políticas, económicas y sociales que cumple o puede cumplir el gobierno nacional. La interrumpe, tajante:

–Nada injusto ha sido otorgado a la clase obrera en los últimos tiempos. Tiene derecho a asegurar su bienestar. Las mejoras conseguidas en su lucha reivindicativa deben defenderse vengan de donde vengan.

El cronista insiste:

–¿Perspectivas del movimiento intransigente? ¿Verdaderos alcances de la reorganización radical?

–Ya le he dicho todo. Nada tengo que agregar. Relea los puntos anotados, desentrañe su sentido y verá que todo ha sido dicho.

La conversación deriva a otros tópicos de orden general, dentro del cuadro cívico. Concluye Sabattini:

–Creo en la necesidad de partidos fuertes, ya que son imprescindibles para la existencia de una democracia. Pero rechazo toda clase de alianzas, por considerarlas confusionistas y desteñidas. En esta hora grave es fundamental que se acentúe la pujanza de los partidos tradicionales, porque si no horas muy graves esperan al país.

La entrevista ha terminado. Sabattini, líder de la intransigencia, ha enfocado públicamente, por primera vez en mucho tiempo, a través de Qué, problemas de interés primordial para el radicalismo y la República.

Sylvia Saítta y Luis Alberto Romero, Grandes entrevistas de la Historia Argentina (1879-1988), Buenos Aires, Punto de Lectura, 2002.

“Se ha hecho todo lo posible para localizar a todos los derechohabientes de los reportajes incluidos en este volumen. Queremos agradecer a todos los diarios, revistas y periodistas que han autorizado aquellos textos de los cuales declararon ser propietarios, así como también a todos los que de una forma u otra colaboraron y facilitaron la realización de esta obra.”

domingo, 19 de febrero de 2012

Yrigoyen


Un día como hoy, con su salud deteriorada el ex Presidente de la Nación Hipólito Yrigoyen regresaba a Buenos Aires desde la prisión de la Isla Martín Garcia, producto del encarcelamiento impuesto por el régimen fascista.

El "crimen" de Yrigoyen fue sostener un proyecto de Nación que contenía el fortalecimiento de la independencia del Estado, su función como contralor y la afirmación de numerosos principios sociales.

El Radicalismo fue grande cuando tuvo proyecto nacional y vaya si lo fue de la mano del “Peludo”, por eso es inexplicable que en los tiempos que corren no se concrete la obligación moral y cívica de construir un proyecto de Nación que siempre fue la nota distintiva de la Unión Cívica Radical.

A ochenta años de este acontecimiento estar a la altura de las circunstancias, o simplemente hacer lo que se debe, estoy convencido sería el mejor homenaje que le podemos tributar a Hipólito Yrigoyen.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Ignotos


Con temperatura típica de verano, Ofelia salió como habitualmente lo hacía por las calles de Barrio Ludueña a realizar las compras del día, sin tomar nota que sus problemas auditivos le jugarían una muy mala pasada al no permitirle advertir el avance de una formación ferroviaria.


Así, los portales de noticias locales comienzan a dar cuenta de la mala nueva consignando: “una mujer fue arrollada por un tren”. Confirmándose la peor noticia, mensaje de texto mediante y con un lacónico contenido: “mirá La Capital on line, a Ofelia la pisó un tren”.


La bronca, la impotencia, la angustia, la tristeza ganan protagonismo a partir de este lamentado deceso. Ofelia, tucumana de nacimiento, excelente vecina, mejor amiga de quienes tuvieron la oportunidad de tratarla, noble, hacendosa, honesta y solidaria, tuvo un increible final.


A todas esas características, también había que sumarle su consecuente simpatía por el radicalismo, forjada a la vieja usanza, se nace y se muere simpatizando con determinado club de fútbol, se nace y se muere abrazando un ideario político.


Así era Ofelia, una ignota radical de Barrio Ludueña, de esas a las que el ex Rector de la U.N.R. Juan Carlos Millet define como “radicales del cuaderno del día de elecciones”, esos que al momento de puntear un padrón, sea partidario, académico o sindical se los tiene como parte segura del proyecto político.


Así, elección tras elección, sea interna o general, con orgullo y convicción daba su voto de confianza al partido de Alem e Yrigoyen. Vayan entonces estas lineas a modo de homenaje a Ofelia y a los ignotos afiliados partidarios quienes más allá de los “conductores” de turno son quienes dan razón de existencia a los partidos políticos.

domingo, 12 de febrero de 2012

Documento histórico: "La J.R. frente a la recuperación de Malvinas"


Estimados amigos y correligionarios,

He considerado muy oportuno difundir la declaración que fuera producida por la Junta ejecutiva de la Juventud Radical de la provincia de Buenos Aires del día 11 de abril del año 1982.


La referida Organización estaba fuertemente hegemonizada por la Junta Coordinadora Nacional de la Juventud Radical de la provincia de Buenos Aires. La aclaración es pertinente, ya que en esos momentos la posición de la Coordinadora a nivel nacional no fue única y tuvo discrepancias de acuerdo a las regionales a las cuales perteneciera.


Nuestra posición referida a los acontecimientos que conmovían al país y al mundo, coincidieron con lo que en ese momento planteó Raúl Alfonsín, Dante Caputo y Jorge Sábato entre otros. Recuerdo que algunos de los debates para intentar tener una posición única se realizaron en el Estudio Jurídico de Dante Ghiadone, y que la discrepancia principal se produjo con los integrantes de la Coordinadora de la Capital Federal y también de Entre Ríos.


El documento habla por sí mismo y tiene un enorme valor histórico ya que fue aprobado por aclamación en un numeroso plenario desarrollado en la ciudad de Necochea, y como puede apreciarse en la fecha, apenas 9 días después de la recuperación militar de las Islas Malvinas y en medio de un clima de euforia popular por este hecho, que entre otras expresiones se manifestó en concentraciones multitudinarias en la misma Plaza de Mayo, que apenas unos días antes había sido testigo de sangrienta represión contra quienes nos oponíamos a la dictadura militar.


La casi totalidad de la dirigencia política argentina, incluidos aquellos que se identificaban con posiciones de izquierda y progresistas, como Oscar Alende, o combativas, como Saúl Ubaldini, fueron parte de la comitiva que las autoridades militares de la dictadura organizaron para realizar un acto en el territorio de la propias Islas Malvinas. Nuestro Partido, concurrió a través de su autoridad, en esos momentos Carlos Contín, pero algunos dirigentes con fuerte influencia y amplia representatividad se opusieron públicamente y señalaron las consecuencias nefastas que sobrevendrían, entre ellos: Raúl Alfonsín y el ex Presidente de la Nación Arturo Umberto Illia.


Nosotros, éramos jóvenes militantes que resistíamos tenazmente a la dictadura y a propósito de lo que ahora se conoce y difunde como “el relato”, vale la pena destacar que muchos de quienes hoy ocupan lugares en el poder también se contagiaron de la misma euforia, y otros en el colmo de la inmoralidad y la incoherencia hasta planteaban negociar políticamente con la dictadura ofreciéndose como combatientes en esa aventura, es el caso patético de los montoneros.


El documento da las razones y argumentos de nuestra oposición al aventurerismo militar, a la vez que reivindica nuestros derechos inalienables sobre el territorio de las Islas Malvinas. También advierte acerca de las consecuencias que iban a producirse. Como dije antes habla por sí mismo.


Pido encarecidamente que se difunda lo más masivamente posible, ya que se trata de un documento que es una prueba irrefutable y que como en la vieja definición de justicia: da a cada uno lo suyo.


Un abrazo y mi saludo fraternal a quienes concurrieron a aquel histórico plenario en la ciudad de Necochea.


Federico T. M. STORANI


LA DECLARACION


Junta Ejecutiva de la JUVENTUD RADICAL de la Provincia de Buenos Aires.


LA J.R. FRENTE A LA RECUPERACION DE MALVINAS.


La Juventud Radical de la provincia de Buenos Aires, coherente con la posición que la U.C.R. ha sostenido en materia de política internacional con respecto a la usurpación de las islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur, frente a los acontecimientos de público conocimiento, ratifica la reivindicación de nuestra soberanía, pues repudiamos el imperialismo y el colonialismo, que son formas de dominación que atacan a la soberanía de las naciones.


Decimos coherentemente, pues durante el gobierno de Arturo Illia, la Argentina arrancó en el seno de las Naciones Unidas por primera vez en ese foro internacional, el reconocimiento de la condición de territorio ocupado por una potencia colonialista, que había invadido el archipiélago. Merece destacarse que este triunfo diplomático fue producto de una política que en lo interno respetó al hombre, que desarrolló la cultura y la educación, protegió el aparato productivo de la nación y sus riquezas naturales, como nunca luego se hizo y que, en síntesis, convirtió a la Argentina en una nación soberana digna de respeto en todo el mundo. Ningún país votó en contra de la Argentina en 1965, en aquella época regía la soberanía popular, esto es, gobernaban el país los representantes del pueblo, funcionaba el Congreso, el poder judicial era independiente, las provincias eran autónomas: era una República representativa y federal, había libertad y democracia.


La soberanía nacional es el ejercicio práctico de del derecho a la autodeterminación del pueblo en lo que hace a todas sus manifestaciones: cultura, educación, política, economía, bienestar, etc.; no agotándose exclusivamente en la ocupación territorial.


La soberanía que reclamamos sobre las islas del Atlántico Sur es la misma que queremos ejercer en todo el territorio de la Nación. Hoy hemos recuperado el territorio ocupado por la fuerza hace 149 años por los ingleses, nos queda todavía la inmensa tarea de que el pueblo argentino –a través de la plena vigencia de la Constitución Nacional – sea quien rija los destinos de la Nación y poder ejercer plenamente la soberanía en toda la extensión de su significado.


Pretendemos ejercer plenamente la soberanía popular, sin condicionamientos ni límites al disenso, y ejercer en consecuencia la soberanía nacional sobre todo el territorio de la nación.


Sin embargo la Juventud Radical no puede dejar de resaltar que este acto de recuperación se contradice gravemente con toda la política desarrollada por el proceso. En efecto, este gobierno avasalló la soberanía popular ejerciendo la fuerza. Ha prescindido del pueblo y sus canales de expresión, los partidos políticos. Ha comprometido –sin legitimidad alguna- el patrimonio nacional destruyendo el aparato productivo, provocando una desocupación de niveles inéditos. Ha expresado su decisión de entregar el dominio del subsuelo y la plataforma submarina en favor de empresas multinacionales.


El régimen militar, igualmente, ha reprimido a los argentinos que han sufrido la destrucción de sus fuentes de trabajo, del salario y de la posibilidad que sus hijos accedan a la enseñanza pública y gratuita, ha minado las bases del sistema de seguridad social, ha despreciado la capacidad intelectual y moral de los argentinos privándolos de la creación y goce del arte y de la cultura.


El día 30 de marzo de 1982 se abrió fuego contra obreros desarmados y se llegó a asesinar fríamente a un manifestante y herir a muchos más por haber cometido el “delito” de reclamar a las autoridades “Paz, Pan y Trabajo”.


Este aislamiento no se limitó a nuestras fronteras. También se aisló a de la comunidad internacional haciéndose acreedor de la peor de las reputaciones, caracterizándosela como una dictadura fascista. Así, la justa reivindicación de nuestros derechos soberanos sobre las Islas ha quedado diluida, entre otras cosas, por la violación sistemática de los derechos humanos con su secuela de muertos y desaparecidos, presos y exiliados.


En este marco, agravado por la imprevisión e irresponsabilidad gubernativa, se produce el hecho militar. No se contempló para producir tal hecho el estado de vulnerabilidad de la Nación argentina, caracterizado por:

a) Moral del pueblo quebrantada por la crisis social, económica y cultural, agravada por la corrupción más grosera que conoció el país.

b) Economía devastada, con sus resortes básicos en manos extranjeras.

c) Desprestigio internacional del gobierno militar, considerado como una dictadura fascista en un plan de expansión militarista.


El pueblo sufrirá los resultados de ésta imprevisión porque el mayor peso de la crisis sobreviniente caerá sobre sus espaldas, ya que no se tuvo en cuenta:

a) La reacción de las naciones, europeas y americanas, fundamentalmente; y las decisiones de los organismos internacionales como la ONU, la OEA y el Movimiento de Países no alineados.

b) Las medidas económicas de embargos, bloqueo de fondos, vencimientos de deuda externa y consecuentes moratorias, cese de importaciones de material imprescindible, incluso de uso militar.


Párrafo aparte merece señalar la irresponsabilidad con que se ha presentado el hecho consumado al pueblo, de una medida que si bien involucra una reivindicación territorial sentida y anhelada por todos, no ha tenido presente la gravedad de la situación del país. Es así porque:

a) Existe el peligro de la internacionalización del conflicto.

b) El desprecio a la vida que significa una guerra. Es oportuno recordar que los constituyentes de 1853 reservaron al congreso nacional la facultad de declarar la guerra y a la Cámara de Diputados de la Nación –representantes del pueblo de la nación- la iniciativa de las leyes sobre reclutamiento de tropas. En cambio hoy el pueblo es llamado a una guerra sin haber consultado antes su opinión y es convocado a Plaza de Mayo a manifestar su apoyo, cuando tres días antes fue reprimido salvajemente por quienes hoy hablan de la unidad de los argentinos.

c) Por la utilización de la reivindicación histórica para paliar el creciente deterioro de y crisis interna del proceso.

d) Por jugar con el sentimiento patriótico de nuestro pueblo que siempre ha defendido la soberanía cuando ésta ha estado en peligro.


Es por eso que la ratificación que el pueblo en su conjunto, sin distinción de banderías o sectores, ha realizado, no deberá ser interpretada por las actuales autoridades como una adhesión a la política gubernamental ya que el pueblo sigue viendo con preocupación y angustia a quien lo desconoció como fuente legítima de poder y ahora lo convoca a enfrentar una situación que puede terminar en un conflicto armado.


El apoyo que reclama el gobierno ante el hecho consumado y la eventual agresión británica encontrará la condigna respuesta popular, pero ella significará también la exigencia que, de aquí en mas las decisiones sean tomadas y compartidas por quienes realmente lo representan. Esta exigencia implica la reafirmación de lo expresado por la Multipartidaria en orden a la defensa integral de los recursos naturales y específicamente de los hidrocarburos, defensa que significa la irrenunciabilidad de la propiedad de la nación sobre el subsuelo, garantizando el monopolio de YPF. Deberá revertirse necesariamente esta política de hambre y desocupación y deberá volverse al Estado de Derecho, con la plena vigencia de la soberanía popular. Dentro de este marco la dictadura militar deberá mantener informado al pueblo dela república sobre las condiciones en que se dispone a negociar por vía diplomática ya que no solo es irrenunciable el territorio recuperado sino también los derechos soberanos sobre el mismo, no debiendo permitirse en consecuencia, que la negociación se traduzca en concesiones económicas o militares a alguna de las superpotencias (EE.UU o URSS)


Nos preocupa la acción del gobierno que parece no comprender la seriedad de la situación y fomenta desde los medios de comunicación el espíritu belicista, sin dar las explicaciones del caso y sin importarle qué piensa el país.


Tanto las declaraciones del gobierno como la manifestación del sábado 10 de abril son muestra del objetivo oculto de la medida: ganar espacio político para obtener una salida fácil y elegante e imponer un manto de olvido a lo que ellos hicieron desde el 24 de marzo de 1976 hasta la fecha.


La soberanía se debe defender día a día, en forma pacifica, pero indeclinable. Hoy parece que quien la renunció y entregó el orgullo nacional se desespera por recuperar su imagen a cualquier costo. Hay que mantener la serenidad que nos impone nuestra conciencia limpia.


No prestaremos apoyo al gobierno militar, no queremos sumarnos a las voces irresponsables que cantan loas a las FFAA demostrando una total inconciencia sobre la seriedad de la situación actual, ya que éste gobierno demostró durante 6 años su incapacidad para conducir los destinos de la Nación.


Solo apoyaremos la acción de defensa nacional pero participando en las decisiones e imponiendo los cambios impostergables.

11 de abril de 1982.