El uso dentro
del partido del término militante es relativamente nuevo, y fue acuñado en la
segunda mitad de la década del ´60 como resultante de la intensa actividad que
entonces se desplegaba en contra de todas las prohibiciones.
La prohibición,
la supresión de las garantías individuales, el veto a la política y las cada
vez más frecuentes persecuciones, le imprimían al acontecer político un grado
de dramaticidad inédito. El régimen
militar de la Revolución Argentina asentaba las bases de la "doctrina de
la seguridad nacional" con mas fuerza que la de "los bastones
largos".
En ese contexto,
el concepto "militante", que no era otra cosa que un
"activista", emerge en forma contestataria, como una respuesta
renovada, opositora, con vocación de lucha. Y lo hace obedeciendo al mismo patrón
semántico que el utilizado por los usurpadores de la soberanía popular. Lo hace
hablando el idioma que el onganiato había obligado: el lenguaje militar.
Tal fue la
aculturación que imprimió el nuevo "Estado burocrático autoritario",
que muy pronto, palabras corrientes en el campo de la democracia se
convirtieron socialmente en sujetos de sospecha. El término
"activista", enseguida fue forzado a asociarse al de
"conspiración" o lisa y llanamente, a "terrorismo". La
política se había vuelto violenta, porque estaban violentando a la sociedad.
Dentro de
algunos partidos políticos, ciertos sectores respondieron a la agresión desde
un mismo plano. La UCR se contuvo en bloque y se dedicó desde la clandestinidad
compulsiva, a la reorganización partidaria. Un espíritu de resistencia activa
comenzaba a empinarse. Un nuevo modelo de la individualidad política se
forjaba.
La palabra
militancia, venía a demostrar que era posible revertir el concepto castrense
transformándolo en instrumento de lucha cívica. Frente a la creciente
militarización de las relaciones políticas, a las que prácticamente ninguna
institución pudo escapar, los radicales defendieron, desde la práctica, una
semántica distinta a los rígidos
vocablos militares
La acción de
militar significaba, en clave radical, la democratización, y ante todo el
rescate, de las virtudes teóricas que el término tenía en la esfera castrense.
El partido intentaba demostrar que se podía militar también civicamente. Se les
recordaba así a los militares, desde el
llano, que existía también otra dimensión aplicable al término: la de cumplir
con su verdadera misión, la de ser soldados de la Constitución.
Citaremos a
continuación, aquellos atributos que, interrelacionados, alcanzan a delinear
una definición de "tipo ideal".
v
Las virtudes a las que nos referíamos orientan
patrones actitudinales claros: constancia, permanencia, fidelidad, entrega y
"espíritu de lucha"
v
La participación directa, en tanto praxis
política, marca la diferencia con respecto a los "afiliados simples".
La participación en la vida interna partidaria, excede la predisposición
favorable a emitir su voto en elecciones internas. Los militantes concurren
asiduamente a los comités y su interés por las cuestiones públicas es
sumamente activo. Realizan trabajos comunitarios. Están inmersos en un frente social
determinado o específico, por lo general, elegido a voluntad. Su compromiso se
respalda en trabajo intelectual o físico, en horas hombre indelegables,
dedicadas a la actividad política. La forma en que se ejercen estas tareas
adquiere un cariz sistemático y permanente.
v
El nivel de compromiso es alto. La
identificación partidaria pasa, principalmente, por el conocimento de su historia,
por la adhesión expresa a su ideología y su programa
v
Generan ideología: la acción militante adapta
constantemente, en forma planificada los postulados doctrinarios partidarios a
la realidad social. Son el enlace, la vía de comunicación entre la estructura
partidaria y los deseos, inquietudes o demandas de la sociedad.
v
Difunden los hechos y actos del partido, tanto
en forma pautada, como de manera informal
v
Su voto en elecciones nacionales es cautivo,
incondicional
v
Integran una masa homogénea, respetuosa del
pluralismo interno, donde si existen pugnas por lograr mayores espacios de
poder y dosis de reconocimiento político "hacia arriba". Por lo
tanto, contrariamente a los afiliados simples", los cambios y movimientos
en la conducción interna si alcanzan a afectarlos.
Este rol,
verdadero motor del partido, es asumido por una porción pequeña de afiliados.
Según todas nuestras consultas, incluidos los datos aportados por los
presidentes de algunos de los más importantes comités departamentales del país,
rara vez, supera al 5% de los afiliados. Solo en épocas de elecciones internas
o nacionales puede observarse un leve incremento, que nunca llega a duplicar
con holgura esta cifra estacional, representantiva de los tiempos de
"normalidad"
Nuestra investigación
contempla la opinión de una gran cantidad de militantes (61,61%), ya que en los lugares donde fue
llevada a cabo, los niveles de afluencia resultaban altos.
Publicamos a
continuación, dos de las definiciones mas completas vertidas por los dirigentes:
"El
militante es quien tiene que buscar la forma de discutir, evaluar y tratar de
interpretar los mensajes del partido como tal y llevarlo a los barrios, a los
sub-comités o parroquias donde intervenga..."Pte.Cté Pcia de Jujuy Prospero
Nieva
"El militante
es realmente el motor de la vida partidaria, es quien está insertó en los
distintos frentes políticos, sea el frente barrial, frente estudiantil,
sindical, empresarial y que constituye el vaso comunicante entre la realidad
socio-económica del país y la estructura partidaria. Al mismo tiempo, es a
través del militante que se da el movimiento recíproco de interacción entre la
estructura partidaria y la realidad." (Dip.Nac.,Eduardo del
Río-Neuquén)""
Llama la
atención, la enorme importancia que en términos teóricos la dirigencia da a la
militancia; pero tras la gran mayoría de
sus expresiones puede advertirse una concepción instrumental de su papel. La
militancia, desde el trasfondo de la óptica dirigencial resulta importante,
pero como estructura de "aparato", como maquinaria de arrastre.
Diríamos, para
ser claros, que el militante sirve al partido, pero la preocupación porque
aquél puede servirse de éste, casi no existe. A qué llamamos preocupación por
servirse del partido? No nos referimos exclusivamente a las perspectivas de
ascenso ni a la espera de prebendas, sino a la posibilidad de que la militancia
desarrolle al máximo sus capacidades y su potencialidad humana en el desempeño
cotidiano. Para ello es necesario, por ejemplo, aceitar el anquilosado sistema
de comunicación interna, que limita o anula el acceso del militante a la
información mínima indispensable para llevar adelante su cometido. Por lo tanto, resulta imperiosa la
creación de una estrategia global para atender los reclamos de una "mejor
formación política", que exigen los militantes.
(*) del libro
"Unión Cívica Radical, contribuciones para un debate necesario", de
Ezequiel Raimondo y Carlos Soukiassian, editado por la Fundación Arturo Illia
para la Democra y la Paz
(**) en la fotografía militantes radicales de Barrio Ludueña, de la ciudad de Rosario, un día sábado con temperatura bajo cero: Juan Masriera, Cachito Osuna, Patricia Cosgrove (Sec.12 Alberdi), Mary Garay, el Flaco Lauría, Cristian Coman y Edgard Ferrari