miércoles, 30 de septiembre de 2009
El tiempo del radicalismo
El resultado electoral en la ciudad de Rosario del pasado domingo dejó mucha tela para cortar.
Los números arrojados en este comicio basicamente pusieron al desnudo el agotamiento de un modelo de gestión que ya no brinda respuestas a los vecinos y como indicador basta consignar que en el lapso de dos años el socialismo perdió 150.000 votos.
También indican los números las dificultades del justicialismo para erigirse en opción en una ciudad con tradición no peronista y la aparición de dos nuevos actores hablamos de las expresiones vernáculas de Mauricio Macri y Fernando Pino Solanas.
En cuanto a la perfomance electoral de la UCR rosarina los 69.716 votos obtenidos marcan una clara recuperación partidaria y una excelente oportunidad para constituir al radicalismo en alternativa para el 2011.
El resultado obtenido por el radicalismo rosarino es doblemente meritorio por tratarse de una elección trabajada artesanalmente a la usanza alfonsinista basada en el boca a boca, puerta a puerta para llevar el mensaje de la UCR, compitiendo contra la parafernalia publicitaria del partido de gobierno, con un plus vergonzoso: la utilización de todos los recursos de la Municipalidad de Rosario al servicio de la campaña electoral.
Cabe consignar que con los votos obtenidos la UCR quedó a 50.000 votos de diferencia del socialismo rosarino siendo esta distancia toda una invitación a redoblar esfuerzos para recuperar la Intendencia de Rosario, un objetivo cada vez más cercano.
Los números rojos de la gestión municipal, un intendente más preocupado por su futuro personal que por la gestión local, la desidia y la inacción, la lectura en clave kichnerista del resultado electoral y la credibilidad en crisis a partir del apoyo socialista a la ley de medios k, constituyen indicadores de lo que vendrá para los rosarinos, pero también constituye toda una oportunidad para la construcción de una sana alternancia.
Estos tiempos de alegría que corren en nuestra centenaria fuerza política, ameritan una correcta lectura del resultado electoral, vigorizar la estructura partidaria, el diseño de un programa de gobierno municipal y fundamentalmente no distraer esfuerzos en cuestiones subalternas.
Cumpliendo aquello de hacer lo que se debe que nos legara Alem, sembrando esperanzas como nos enseñara Don Hipólito, con el ejemplo de Don Arturo y la consecuencia de Raúl Alfonsín, participando, trabajando, militando, un futuro promisorio asoma para el radicalismo en la ciudad de Rosario
domingo, 6 de septiembre de 2009
6 de septiembre de 1930: Un hecho que fue bisagra
Por Diego Barovero
Se conmemora un nuevo aniversario del acontecimiento que marcó la tónica de la segunda mitad del siglo XX en la República Argentina: el primer golpe de Estado, que derrocó el gobierno constitucional del presidente Hipólito Yrigoyen.
Yrigoyen había asumido por segunda vez el gobierno de la Nación con una mayoría abrumadora: había obtenido el doble de votos que sus adversarios.
Luego de la presidencia de Marcelo de Alvear, el anciano caudillo radical llegaba convencido que debía dar forma definitiva a la Reparación Nacional que se había insinuado de 1916 a 1922. Pero desde el día siguiente al inicio de su segundo mandato comenzó a tejerse una sorda conspiración que involucraba a los sectores del privilegio económico nacional e internacional, la prensa y sectores militares más reaccionarios.
La nota característica de la segunda presidencia yrigoyenista fue la lucha por la nacionalización del petróleo y la acción de YPF, bajo la dirección del general Enrique Mosconi.
En agosto de 1929 YPF toma el mercado petrolero interno y define el precio de suministro en detrimento de las grandes compañías a la vez que celebra un contrato con la empresa Iuyamtorg Corp. dedicada a realizar el intercambio comercial entre la Unión Soviética y América del Sur.
El contenido de dicho contrato consistía en que la Argentina comprara nafta a la Iuyamtorg y la empresa se comprometía a invertir lo percibido en productos argentinos derivados de la ganadería, la agricultura y la industria nacional, lo cual no produciría la fuga de oro del país.
La nafta soviética vendría a suplantar la importada sin molestar la producción de YPF y además el Estado argentino se reservaba la facultad de reducir la cantidad de nafta a importar si la producción de YPF aumentase y hasta la opción de rescindir el contrato si así le conviniera.
Las ventajas eran más que evidentes, el contrato con Iuyamtorg significaría un desalojo total de las compañías extranjeras, principalmente la norteamericana Standard Oil.
Pero para evitar el avance y penetración de la Standard Oil, se necesitaba la ley de nacionalización del petróleo, y de esta manera se aseguraba el país la propiedad de su riqueza, el monopolio de su explotación, transporte y comercialización.
La ley de nacionalización del petróleo -como otras iniciativas progresistas de Yrigoyen- había sido aprobada en Diputados pero sufrió la obstrucción de los conservadores en el Senado. Un testigo calificado cuenta que allá por el año 1928, antes de las elecciones le preguntaron a don Hipólito por qué quería ser nuevamente presidente, a lo que éste habría respondido: "Vuelvo por mi ley de petróleo".
Tamaña importancia le asignaba el viejo líder a la magnífica fuente de energía y riqueza que actualmente los argentinos dilapidamos en manos extranjeras sin control alguno.
La campaña de desestabilización y desprestigio de Yrigoyen y su administración hizo uso abusivo de la absoluta libertad de expresión y de prensa imperantes y adjudicó al presidente radical debilidad y falta de actividad. Sin embargo, en el bienio1928/1930 el Boletín Oficial acusa la producción de 2918 actos -Decretos- del Poder Ejecutivo y 8529 resoluciones ministeriales, sobre diversos temas de administración.
Los Decretos presidenciales se subdividen según el área de gobierno en:
Interior 316; Relaciones Exteriores y Culto 28, Hacienda 504, Obras Públicas 380, Agricultura 80, Justicia e Instrucción Pública 882, Guerra 550 y Marina 176. Es difícil creer que un presidente que en dos años produce casi tres mil decretos se encuentre en un estado de letargo o alelamiento.
Entre las medidas de gobierno más importantes se destacan la creación de más de seiscientas escuelas, la ley de creación del Banco Agrario, la ley de arrendamientos agrícolas, el decreto del Ferrocarril a Huaytiquina, el nuevo impulso a la Reforma Universitaria, haber sentado las bases de la Marina Mercante nacional y la creación de los institutos de la nutrición, del petróleo y del cáncer. En el plano de las relaciones internacionales ejerció la defensa de nuestra dignidad nacional por el valor soberano que emana de la autodeterminación de los pueblos y fomentó la confraternidad americana y mundial.
En septiembre de 1930 el producto bruto de nuestro país representaba el 50 por ciento del PBI de toda América latina. El domingo 7 de septiembre debían realizarse elecciones en Mendoza y San Juan para normalizar la situación de ambas provincias que estaban bajo la intervención federal, de las cuales surgirían gobernadores radicales y cuatro senadores que colocarían a la UCR yrigoyenista a sólo 1 voto de obtener mayoría en la cámara alta.
Pero un sonido metálico y siluetas marciales asomaron en Buenos Aires en la madrugada del sábado 6, sonido que puso fin a una época y cambió para siempre la historia argentina. Pero para peor.
dbarovero@yahoo.com.ar
(*) Vicepresidente del Instituto Nacional Yrigoyeneano
martes, 1 de septiembre de 2009
A 120 años del mitín de la Juventud en el Jardín Florida
Conciudadanos:
Quiero, ante todo, saludaros con el mayor entusiasmo, y luego, de inmediato, pedir a esta altiva y generosa juventud que me perdone por el juicio que de ella me había formado, pues confieso que no hace muchos meses, y en una carta que dirigía a un antiguo y valeroso compañero de las luchas cívicas y actualmente en Europa, le expresaba la profunda decepción que me inspiraba la actitud de la juventud tratándose de la cosa pública.
Ya no hay jóvenes en la república -le decía; los ideales generosos, las iniciativas patrióticas no cuentan con su apoyo ni con su entusiasmo; los que se titulan jóvenes no lo son sino en la edad, porque cuando se les habla de la patria, de los sacrificios patrióticos o del cumplimiento de los derechos cívicos, reciben esas palabras con un solemne desprecio, considerando que tales asuntos sólo pueden preocupar la mente de los ilusos, de los líricos, cuando no dicen de los tontos; y agregan que en nuestros días la política ha cambiado de giro y que hay que ser más prácticos, adoptando otra política basada en el positivismo y titulándose, los que de tal manera piensan y proceden, hombres prácticos, grandes políticos, sabios y de talento.
Fue señores, en presencia de estos hechos que mi espíritu entrevió los grandes males que surgían del falseamiento de las instituciones, y que yo creía que la juventud miraba indiferente y por eso me expresaba en palabras tan amargas con respecto a la situación política del país.
Pero ahora, y en presencia de este movimiento reaccionario iniciado por la juventud, he comprendido mi error, y al comprenderlo me complazco en exhortar a esta misma juventud valiente y decidida, a continuar con orgullo la senda que señalaron con su sangre y con su ejemplo todos nuestros gloriosos antepasados!
¡Ah! Señores, nada satisface más íntimamente y retempla mejor el espíritu, que recordar con acentuada veneración los esfuerzos desinteresados y patrióticos de aquella juventud, que abandonando la cuna de sus más caras afecciones, cortando algunos el curso de sus carreras universitarias, y despreciando todos sus intereses personales, corría, llena de bríos y de santo patriotismo, a formar en las filas del ejército, que se coronaba de gloria en las batallas libradas por la libertad y el honor nacional!
Yo nunca olvidaré la noble y altiva conducta de la juventud argentina, cuando corrió presurosa hasta los campos sangrientos del Paraguay; y allí, entre los fulgores rojizos del combate exterminador, cada joven luchaba heroicamente y moría con sonrisa plácida, saludando con su última mirada las fajas gloriosas de nuestra bandera!
Y bien, señores; al terminar, os confieso que mi corazón se llena de alegría en presencia de este movimiento varonil, noble y levantado de la juventud, que así demuestra que posee la más grande cualidad del hombre: el carácter.
Conservadlo siempre puro, moral y justiciero; no desfallescais en esta grande obra que iniciais llena de fe y de entusiasmo, y si alguna vez necesitáis la ayuda de un hombre joven de largas barbas, pronunciad mi nombre, y correré presuroso a ocupar mi puesto con el ardor, la fe y la esperanza de los primeros años!
Discurso de Leandro N. Alem
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