miércoles, 21 de enero de 2009

Hay que debatir sobre el transporte en Rosario



En el inicio de un año electoral, donde los rosarinos tendremos la posibilidad de ratificar un rumbo, castigar el agotamiento de un modelo de gestión o votar en positivo y hacerlo por una sana alternancia entiendo es propicio comenzar a reflexionar sobre las asignaturas pendientes en nuestra ciudad.

Entre ellas ocupa un lugar muy importante el servicio de transporte urbano de pasajeros (TUP) para el análisis y la búsqueda de alternativas superadoras.

Así, un servicio de transporte urbano de pasajeros que garantice unidades confortables, limpias, refrigeradas y seguras, respeto a las frecuencias horarias, tarifa social por distancia, la debida información tanto en el interior de las unidades como en las paradas de frecuencias y recorridos, facilitar la adquisición de las tarjetas magnéticas y gratuidad para jubilados, estudiantes primarios y secundarios es un objetivo a alcanzar.

La actual gestión municipal, el Ente de Transporte de Rosario y el Concejo Municipal, lejos ha estado de garantizar estas cuestiones, predominando el aseguramiento de las utilidades a los empresarios por sobre una óptima calidad del costoso servicio que se presta a los usuarios.

Hace falta un debate que permita comenzar a establecer las bases para un cambio real en la materia abordada, se impone el impulso de la idea de reestructuración integral del TUP para poder materializar una completa y eficiente red de transporte público que contemple servicio eficiente de calidad acorde con las tarifas que pagan los usuarios, con políticas para desalentar el uso del automóvil particular para aliviar el tránsito. Los usuarios, agradecidos.

Carlos Vila, secretario del comité departamental Rosario de la UCR

Publicado en la edición del día de la fecha en el diario "La Capital" de Rosario

martes, 20 de enero de 2009

Los años


Por Pepe Eliaschev

Hay algo esencialmente violento en la necesidad del optimismo. Pensar de manera positiva alivia en tiempos oscuros. Es sanador y tranquiliza, porque ofrece ante realidades descorazonantes la opción de una ilusoria pero curativa voluntad, que no le presta atención a la adversidad.

Hay algo esencialmente violento en la necesidad del optimismo. Pensar de manera positiva alivia en tiempos oscuros. Es sanador y tranquiliza, porque ofrece ante realidades descorazonantes la opción de una ilusoria pero curativa voluntad, que no le presta atención a la adversidad.

Esto es lo que suele suceder en el enero austral, cuando el sol es potente y las tardes mueren desperezándose con morosidad. En estos somnolientos fragmentos de ilusión, la luminosidad veraniega enciende el mito de la eternidad.

Comprendí que no valía acurrucarse en las tétricas racionalidades que, bien sabemos, advierten que todo verdor perecerá. El despliegue cotidiano de nuestro carácter perecedero va cambiando, sin embargo, porque la vejez que uno conoce desde la madurez muestra miserias inexorables, mientras que lo joven y fresco exhibe especiales limitaciones.

En estas semanas de playa y mar y río y montaña y escapadas refulge esa omnipotente supremacía de lo reciente. Nadie puede ser más bello que esas criaturas que derraman vigor y tersura y lo hacen ver con especial insolencia en estas épocas. Mientras nos columpiamos entre aquella inaudita frescura y a la vez coexistimos con la decadencia que aguarda aun por nosotros, pero ya se encarna en longevos seres queridos, nuestra adultez es trémula, contradictoria y quimérica.

Sabemos qué es lo que ya no somos. También vemos y evaluamos cómo son los que han llegado más lejos en la cronología y comprendemos que, en último análisis, esa evolución es inexorable.

¿Tenemos de que ufanarnos cuando, de cara a los ancianos más limitados, nos regocijamos de nuestro oído, nuestra vista, nuestros músculos, nuestras hormonas? Entiendo que no. Sin embargo, una de las gracias ¿divinas? de la mayoría de edad es seguir contemplando la cuesta abajo como un sendero por el que todavía no nos hemos precipitado.

Es que la teóricamente lejana experiencia de la senilidad miserable permite encarar sin oportunismo el carácter más exterior e irrelevante de lo juvenil, esa etapa primaria en la cual el clamor desafiante de las potencias sexuales inagotables va de la mano con una oscuridad individual y unos modales desaforados que confunden ruido con sentimiento, excitación con transmisión.

Los veranos son tuertos. Emerge y se apodera del aire una fuerza temible y mágica, que se encarna en adonis invencibles, y diosas deslumbrantes. Esa fuerza se va convirtiendo en un sueño compartido, una mitología conocida y revisitada con los calores anuales. Me gusta, en estos tramos, reclinarme sobre mi momento y el que atraviesan congéneres o coetáneos.

Lo más duro y audaz parece haber transcurrido, pero la declinación desvencijada no es inmediata. Término medio de unas vidas que sabemos breves aun cuando sean largas, elegimos nuestra propia crónica, la de la madurez relativamente brillante, autosuficiencia asentada y tranquilizadora.

Por eso, puedo comprender y hasta compartir la idea de José Ingenieros (1892-1925) respecto del asombro juvenil y el cinismo maduro. Psiquiatra y humanista nacido en Sicilia, pero de clara identidad argentina, afirmó que “hay cierta hora en la que el pastor ingenuo se asombra ante la naturaleza que le envuelve”. Ingenuidad y asombro, entonces, son como testigos de la vitalidad recreada y preservada, aunque, para traer ahora al escenario a otro psiquiatra, Erich Fromm (1900-1980) descubre que “en el arte de vivir, el hombre es al mismo tiempo el artista y el objeto de su arte, es el escultor y es el mármol, el médico y el paciente”.

Ingenieros en la Argentina del Centenario y Fromm en medio del trágico siglo XX germano aluden desde ángulos diversos pero complementarios a ese insondable y maravilloso rasgo subjetivo que todo lo cambia y condiciona. Artista, escultor y médico, sugiere Fromm, son artesanos y creadores de un destino teóricamente independiente de la condena corporal. Ese “pastor ingenuo” evocado por Ingenieros, entretanto, es un mágico descubridor de lo que no es inexorable ni fatal, de lo que puede crearse desde la orgullosa autonomía de cada existencia.

¿Se podría, acaso, evitar la sentencia categórica de Benjamin Disraeli? Político británico nacido en la fe judía (1804-1881), Disraeli fue primer ministro de Inglaterra a mediados del siglo XIX y siempre se caracterizó por ser brillante y sagaz, y no sólo como político. A él se le atribuye este dictamen duro e inapelable, cuando enseña que “la juventud es un disparate; la madurez, una lucha; la vejez, un remordimiento”. Disparate, sí, porque es un momento durante el cual se dispone de demasiada máquina para tan endeble software. Lucha, también, porque a medida que comprendemos, se van distanciando de nosotros nuestras anteriores plenipotencias.
¿Remordimiento? No sé. De nada grave, al menos, debo “remorderme”. En verdad, no sería plausible que la vejez viniera asociada con las turgencias. Lo erecto y lo reblandecido vienen con melodías propias y excluyentes. Por eso me parece importante reivindicar la barra brava de la vida, esta adultez que puede ser taciturna a veces, pero también puede ser corajuda y luminosa.

Es, en todo caso, desde la palpable e indetenible medida de los años que se pueden contemplar con regocijo las delicias de la sabiduría, lo que sucede, melancólicamente, a medida que va aflojando la templanza de las fuerzas.

Ante esta verificación inaudita, pero lamentablemente fehaciente, conozco gente que se pinta el pelo, se plancha las ojeras o se perfora el cuerpo con adornos, produciendo para su propio consumo la ilusión de que ha conseguido detener el tiempo. No es que me parezca un proyecto enteramente repudiable, aunque considero más jugoso, perdurable y verdadero atender la marcha de los propios valores, cuidando de que los matices existenciales típicos de esa adultez sean poderosos emblemas de la vigencia vital en condiciones de ser exhibidos.

Esto es lo que revela y pone a prueba el verano más que en otras ocasiones. La exaltación de los cutis dorados, el endiosamiento de la tersura de los músculos tensados, el privilegiar el brillo de esas miradas que han visto poco, la apuesta a la energía infinita de esos motores nuevos, todo apunta a glorificar las temperaturas templadas y las jornadas extendidas.

Sabemos, empero, que murmura, y se manifestará más temprano que tarde un otoño imprescindible, temporada durante la cual me identifico de manera irrebatible con arbustos y árboles señeros que, tras vivir los festejos de los calores imponentes, se retraen de modo evidente y van preparando su sueño invernal.
Han florecido y procreado, han sido atravesados y han atravesado, se sienten ya propicios para encarar la intemperie cierta que sobrevendrá. ¿No es éste, acaso, el trabajo de vivir?
http://www.youtube.com/watch?v=RBMwV58Upm0

sábado, 17 de enero de 2009

Reverenciar a Don Arturo Illia, uno de los más grandes hombres de la UCR




Este domingo 18 del corriente mes se cumplen 26 años de la desaparición de Arturo U. Illia.

En su recuerdo he considerado acompañar una nota de uno de sus discípulos, a quien Don Arturo eligiera para que lo acompañara en sus constantes viajes al interior, Osvaldo Álvarez Guerrero.

Éste tenía por nuestro ex Presidente una integral admiración y un profundo agradecimiento, pues siempre recordaba que en los años del Proceso le había salvado la vida en momentos que había sido secuestrado.

La nota en cuestión fue publicada en el diario Río Negro el 25/06/2006 bajo el título “Don Arturo o la integridad en política”. Osvaldo finaliza la misma afirmando que Arturo Illia fue “El más grande hombre civil de la segunda mitad del Siglo XX”.

Cordialmente

Gustavo A. Calleja

Presidente FAI


A 40 años del golpe

Don Arturo o la integridad en política

Por: Dr. Osvaldo Álvarez Guerrero


Illia tenía una peculiar idea del tiempo, de los ritmos de la historia, de los posibles escenarios del futuro, de la seducción que siempre tiene la urgencia del presente y de la distinción entre lo importante y lo superfluo, un rechazo tenaz a la "tiranía del instante". Acusado de lentitud e inoperancia, caricaturizado con la imagen de la tortuga, todo culminó en el acto vandálico del 28 de junio.

Por eso resulta sorprendente la cantidad de iniciativas importantes y los logros obtenidos en su breve administración. Algunas de ellas fueron audaces y anticipadoras: Ley de Abastecimiento, Ley de Medicamentos, Reforma hospitalaria, Plan Nacional de Alfabetización, crecimiento económico con aumento de la participación del asalariado en el producto bruto interno, inflación controlada, liquidación de la deuda externa, apertura del comercio internacional sin discriminaciones ideológicas. En política exterior, la resolución 2.025 de la ONU fue el primero y único éxito diplomático argentino en dos siglos de conflicto por las Malvinas.

La dictadura que lo reemplazó, que proclamaba la modernización, paradojalmente fue un anacronismo inspirado en el corporativismo y el nacional catolicismo fascistoide y militarista.

Illia le dio un estilo firme y sereno a su gobierno, que concebía como una "revolución democrática", fiel a la plataforma electoral de 1963 conforme a la idea republicana del cumplimiento del contrato electoral. La anulación de las concesiones petroleras, quizá el más polémico de sus actos de gobierno, debe juzgarse en forma conjunta con el manejo muy prudente de los recursos del subsuelo y la recuperación de la decisión nacional, con un activo desarrollo de la hidroelectricidad y la energía atómica. Hoy esa política podría constituir un ejemplo ante la crisis energética que nos acosa. La soberanía energética obtenida entonces permitió que la Argentina pudiera superar en 1972 la crisis petrolera mundial, que serias dificultades acarrearon a los países que despreciaron esa estrategia.

La predilección por el futuro se concretó en el Plan de Desarrollo, que utilizó las más avanzadas técnicas de la estadística y la prospectiva de su tiempo. La concepción del progreso como cambio social y económico, integral y estructural planificado y la incorporación de la ciencia y la tecnología al servicio de ese futuro caracterizan un eje poco reconocido por los historiadores.

Se critica aún hoy la pasividad de Illia ante la evidencia de la conspiración y el golpe. Puede resultar inexplicable la indefensión del gobierno y del radicalismo ante la campaña de acción psicológica de algunos medios. Pero Illia rechazaba toda forma de propaganda estatal y la manipulación de la opinión ciudadana. "Debemos luchar por el hombre mismo, porque es la evidencia humana la que hace tambalear a los tiranos y falsos dioses. Y si los hombres no sabemos con seguridad que nuestra verdad es la verdad, sabemos bien, en cambio, donde está la mentira", afirmaba en su discurso ante el Congreso el 12 de octubre 1963. Confiaba en la capacidad y la inteligencia del hombre común para entender los hechos y creía que esa conciencia evitaría la ruptura constitucional. No fue así. Pero tardíamente, en el futuro que él preveía, el respeto y el reconocimiento del pueblo por su conducta le dieron la razón.

Illia vino varias veces a Río Negro. Le gustaba Bariloche, que por su clima, sus bosques y sus casas de madera le recordaba los países nórdicos que él admiraba. Lo acompañé cada vez, compartiendo horas y días inolvidables. Fuimos a Ing. Jacobacci, a Comallo, a El Bolsón. Algún día escribiré el rico anecdotario de sus periplos rionegrinos.

Era un hombre muy racional, serio e introspectivo, pero afable y de buen humor. Frecuentaba la ironía y poseía una sorprendente perspicacia para encontrar los flancos más agudos de la psicología de sus interlocutores.

Tenía una vasta cultura clásica de la que no hacía gala y que sólo mostraba en sus conversaciones con jóvenes, estudiantes, intelectuales y científicos de su tiempo.

En Bariloche siempre se preocupó por visitar el INTA, el Centro Atómico y la Fundación Bariloche. Sostenía que allí, junto a las estufas sureñas, mantenía diálogos interesantísimos.

Era un conocedor profundo de la filosofía de Leibniz, del pensamiento de Rousseau, de Kant y de Krause, el filósofo panteísta que le inspiraba la conciliación de la ética social y la moral individual que signaran su conducta pública y privada. Y admirador del presidente Roosevelt, de Gandhi y del general De Gaulle. Conocía las cualidades del hombre humilde, del obrero de ciudad y del poblador de nuestros campos. En sus viajes se detenía en cualquier paraje para conversar largamente con los hombres y mujeres sencillos.

Después de su caída en 1966, en el llano fue el símbolo de la decencia política, de la formación de la conciencia ciudadana y de la preservación del patrimonio común de la Nación. Para mí, es el más grande hombre civil de la segunda mitad del siglo XX.

El ex gobernador de Río Negro pasa revista en esta nota a la personalidad del presidente derrocado en junio del ´66, a quien conoció intensamente y a quien, con justa razón, define como uno de los argentinos más íntegros del siglo XX.

http://es.youtube.com/watch?v=MQ41FZMalTU

martes, 13 de enero de 2009

El Pipa



Hermano, tío, vecino, de esos que los parroquianos denominan como "de buena madera", solidario, gallina empedernido, hombre de firmes convicciones, buen anfitrión, de mesa generosa, mejor amigo, Sergio "Pipa" Dominguez descansa en paz.

domingo, 4 de enero de 2009

"Contra los amontonamientos"


Ante las críticas formuladas por dirigentes del macrismo a la UCR el Secretario del Comité Departamental Rosario de la Unión Cívica Radical Carlos Vila, declara:

"Que una de las principales enseñanzas que dejó al radicalismo la experiencia de la Alianza de los Argentinos es desechar de plano cualquier construcción que se asimile a un amontonamiento político e ideológico para ganar una elección tal como por estos días se impulsa desde distintos espacios políticos"

"Que la hoja de ruta de la UCR en lo que atañe a programa de gobierno y marco de alianzas es facultad exclusiva de la Convención Nacional por eso mal puede aparecer el radicalismo en componendas con quienes impulsan ideas que se contraponen con toda una historia al servicio de la causa de los desposeidos contra el régimen falaz y descreido".

"Finalmente ante las críticas formuladas a la UCR por dirigentes de PRO sostenemos que habría que empezar a preocuparse el día que los representantes de la derecha argentina hablen bien del radicalismo máxime cuando en el partido fundado por Hipólito Yrigoyen y Leandro Alem se desarrolla una etapa de trabajo por la cohesión y el encuentro de los radicales desde la definición de un proyecto de Nación para todos los argentinos"

http://es.youtube.com/watch?v=HEZrB_FDw4c