sábado, 23 de julio de 2011

El trágico final de una niña


Una niña. Era una niña. Es trágico. Hoy, 23 de julio de 2011 ha muerto Amy Winehouse, en circunstancias que todavía no se han aclarado (aunque no nos cueste imaginar). La encontraron muerta en su piso de Candem, y nos deja muchas promesas sin cumplir, un disco tremendo llamado Back To Black (Island, 2006) y una voz inconfundible y eterna. Buitres y demás animales del fango se frotaran las manos con su muerte, al igual que hicieron con sus escarceos en vida, y porque no decirlo, en parte responsables de este horrible final. Y de verdad, Amy Winehouse era una niña. Alcohólica y drogadicta, pero una niña de 27 años que pasó su mayoría de edad entre focos, paparazzis y malas influencias. Un juguete roto, aunque la expresión parezca ya una broma.

Hace unas semanas Amy Winehouse daba su último concierto completamente ebria delante de una audiencia que la abucheaba. Era la caricatura de una artista genial, carismática como pocas y con una carrera fantástica truncada por estúpidos clichés del éxito. Y mientras la prensa rosa y el público biempensante la atizaba considerando que vivía en los caprichos y devaneos de artista consentida, Amy Winehouse, al igual que muchos otros grandísimos cantantes, era una enferma. Y nadie pudo o supo ayudarla. Oirán muchas cosas los próximos días. Sacaremos lo malo y más malo de Winehouse y de su entorno. Demonizaremos a su ex marido, el problemático Blake Fielder-Civil. Como dijo su padre ante el parlamento inglés: “el gobierno gasta 400 millones de libras en programas de rehabilitación, pero si alguien quiere abandonar voluntariamente las drogas, apenas recibirá ayuda”. Probablemente a Amy Winehouse no le faltó nunca el aliento de un asesor financiero, un directivo discográfico o un representante, pero nadie pudo ayudarla con su enfermedad.

Nacida en 1983 en Londres y de ascendencia judía, Amy Winehouse bebió de las fuentes del jazz y del soul y labró una voz mágica de contralto que le valió una firma con Island Records sin haber cumplido la veintena. Frank (Island, 2003), fue su primer disco, una pequeña maravilla soul, con un gusto exquisito por el R&B. Un grandísimo debut que quedo empañado ante Back To Black (Island, 2006), una de las joyas de la última década. Un tratado de voz y música del alma, que marcó la senda de la resurrección de un estilo y que nos dejó canciones eternas: Rehab, You Know I’m No Good, Tears Dry On Their Own o Back To Black.

Yo me quedo con la Amy Winehouse de Back To Black (Island, 2006). Lo escucharé una y otra vez. Porque ahí está ella, enorme, carismática, con una voz que sale del alma y que llega al alma. Yo me quedo con la Amy Winehouse guapa y desafiante. Esa artista que parecía que venía de los 50 para romper corazones y meternos en problemas. Me quedo con su mirada profunda, de raza perdida. Me quedo con la Amy Winehouse que pierde en Love Is A Losing Game.

Why do I wish I never played
Oh what a mess we made
And now the final frame
Love is a losing game

Descansa en paz, Amy Winehouse.

Era una niña.

Fuente: http://blogs.revistagq.com/milmaneras/

Esta entrada se publicó el Sábado, 23 Julio 2011 a las 22:47 (hora española) por Fermín Zabalegui.

No hay comentarios: