“… el 30 de agosto una revolución en Tucumán y
en seguida otra en Santa Fe. … Alem corre a Rosario, a prestarle su presencia.
En Santa Fe la revolución se impone. … Batallones de línea se dirigen contra ella. Los pocos
buques de escuadra –la cañonera “Murature” que sublevó el fogoso coronel
Espina-, plegados a la revolución se tienen que entregar. Seis mil radicales
mal armados, sin disciplina, sin jefes militares, no pueden resistir a las
tropas de linea que Roca, Levalle, Winter, bosch y otros generales, llevan
contra ellos. Alem ordena el desarme. El ejercito presidencial entra en
Rosario, Alem cae preso. En las declaraciones, hidalgo siempre, asume la
responsabilidad por entero. …”
El autor, tras caracterizar a Hipólito Yrigoyen
“por su capacidad de conspirador, lento, silencioso, sugestionante, preciso,
ordenado. Politicamente una fuerza nacional” consigna que el sobrino de Alem “no
estuvo de acuerdo con esta revolución por considerarla impremeditada y sin
fuerzas, va a ser vencida”
Vencida la revolución en todo el país, las tropas del
gobierno nacional, al mando del general Roca se concentraron sobre Rosario y
Alem. El buque revolucionario "Los Andes" salió a enfrentar los
buques que traían el ejército leal por el río Paraná; en el combate fue hundido
por el acorazado Independencia y la cañonera Espora.
La situación de Leandro Alem se
volvió desesperada. Roca amenazó con bombardear la ciudad si los
revolucionarios no se rendían. Haciendo gala de su intransigencia, Alem decidió
inicialmente resistir a todo trance, pero
las mujeres y las comisiones de vecinos le piden que salve a la Ciudad. Alem
decidió entonces no combatir y permitir que las tropas del gobierno
reconquisten Rosario. El 1ero. de octubre Alem fue capturado y encerrado con
cientos de revolucionarios. "Que valiente este pueblo del Rosario",
se le oye musitar "... Acá nadie se ha rendido, ni nada se ha perdido:
Cada uno a su casa, guardando bien las armas", fue el consejo final que
les daba a sus combatientes. Permanecerá preso durante 6 meses.
Fuentes:
Fragmento del libro: “Leandro N. Alem” de Alvaro
Yunque
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