lunes, 23 de mayo de 2022

Un caballero andaluz

 



A César lo conocí a través de César, su hijo y compañero de militancia franjista en el inicio de mi era universitaria situada allá por la primavera democrática alfonsinista. 


En un primer contacto recuerdo que impactaba su presencia y también su muy buena charla sobre una amplia variedad de temas. 


A este radical de muy profundas convicciones supe tratarlo tiempo mas adelante por cuestiones partidarias, de esos intercambios siempre quedaban enseñanzas.


Recuerdo también su generosidad y su sabiduría puesta en evidencia en uno de los primeros plenarios del Comité Departamental Rosario de la UCR que me tocó presidir, donde en un mar de avezados tiburones que buscaban olfatear sangre, César aún sin militar en el mismo sector al que pertenecía quien aquí escribe, salió a defender mi posicionamiento sosteniendo que destacaba mi militancia, mi honestidad intelectual y fundamentalmente una virtud que debe regir a todo dirigente político y que no abunda, esto es el saber reconocer los errores y en virtud de ello pedía al Plenario de Delegados un voto de confianza para este humilde mortal.


También recuerdo los diálogos en la peatonal Córdoba, cuando hacia un alto en el camino en su rol de administrador de consorcios profesión a la que se dedicó hasta no hace mucho tiempo.


Poco supe de su perfil masón, nunca me anime a preguntarle, quizás por respeto a ese halo de misterio y secretismo que conllevan las logias, no obstante ello si supe que llegó a ser Gran Comendador, algo así como muy importante en esas estructuras de hermanos. 


A través de César, hoy compañero de asados me enteré de su partida, quedan muy presentes esas enseñanzas como también las afectuosas palabras que a modo de semblanza le tributó Tate a su padre.

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