Creo que nos conocimos en la delegación de la Cámara de calle Santa Fe o tal vez en la vieja casona de calle Paraguay al 300, en uno de esos dos lugares seguro.
Por ese entonces siempre pateando con Lucho, el Jujeño y creo también que con Sampe bajo el liderazgo de Mónica.
Siempre tuve dudas sobre si prestaba funciones en calle Santa Fe o en la intendencia de la ciudad jardín.
De lo que nunca tuve dudas fue de su profundo radicalismo lo cual no le impedía la crítica dura por el presente partidario.
Con el paso del tiempo tomamos nota de la vecindad, lo cual ameritaba muy frecuentemente diálogos extensos en calle Sarmiento al 700, los cuales versaban sobre distintos tópicos más allá de la cuestión partidaria, así eran motivo de circunloquios el fútbol, la familia, los asados y su arte de asador, los vinos, el Pasaje Monroe, entre otros.
En tiempos de pandemia tomé nota de otra faceta, la de su relación con el vino, por cierto muy desarrollada, al punto que montó una vinería denominada “El camino” y con mucha pasión supo atravesar ese mundo a través de catas, de vínculos con bodegueros, de charlas, incluso haciendo delivery matizado de buenas conversaciones, doy fe de ello por cuanto tras la provista de buenos vinos salteños venía la buena charla.
Aún recuerdo el placer del hombre en un intercambio virtual con uno de los sommeliers de bodega Canale departiendo sobre uno de los mejores pinot noir que hay en nuestro país.
Sorprendió tristemente la noticia de tú partida, quedó pendiente el asado pero quedan vigentes los buenos recuerdos desarrollados a lo largo de el camino, hasta siempre querido Chelo!
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