Intenta este ser un modo diferente de recordar a Raúl Alfonsín.
Un día como
hoy, hace 46 años la dictadura fascista del General Juan Carlos Onganía ejecutaba su detención
por el hecho de reabrir las puertas de un local partidario, específicamente, la
sede del Comité provincia de Buenos
Aires en Capital Federal.
Siempre recordamos a Raúl, como político, estadista, republicano,
militante, luchador, docente, padre de la democracia y muy excepcionalmente hablamos
de esta condición de preso político que le hizo padecer el infame onganiato.
En este recordatorio podría haberse escrito y mucho sobre presos políticos,
sobre libertades, sobre ideología, sobre compromiso político, sobre derechos
humanos, pero nada más oportuno que caracterizar al régimen que lo privó de su libertad, apelando a las palabras de Alfonso Carrido Lura, anagrama que ocultaba
la identidad del propio Raúl Alfonsín en tiempos del despreciable régimen
militar.
Sostenía Carrido
Lura: “Pero todos conocemos la realidad argentina. Por eso sabemos que la
decisión del gobierno no constituye sino una burda humorada. Porque estamos
padeciendo una dictadura de derecha que niega al pueblo, suprime sus libertades
y desconoce fundamentales derechos sociales. Porque está claro que no existe la
intención de producir un retorno a la democracia, sino la pretensión de instaurar un régimen totalitario
permanente. Porque surgido de un golpe militar, el poder no emana de la
voluntad popular, sino de las fuerzas armadas. Porque los partidos políticos se
ha disuelto y han sido confiscado sus bienes. Porque no se ha determinado plazo
alguno para la renovación del gobierno. Porque se niegan los derechos de reunión
y asociación. Porque se reducen los recursos de los sectores de bajos y
medianos ingresos. Porque cunde la desocupación. Porque se insiste en abolir las conquistas obreras y se maniobra
para someter a la organización de trabajadores.
Mientras tanto, seguimos esperanzados en que la democracia y la lucha por
la defensa de los derechos del hombre tenga algo que agradecer a la prensa
argentina, porque no se podrá encontrar mejor garantía contra su violación que
el apoyo firme de una opinión pública convenientemente informada. Desde aquí
hacemos lo nuestro.” (*)
Lejos de resentimientos y con una clara concepción democrática Raúl Alfonsín
definía de ese modo a la dictadura militar que lo había encarcelado.
A modo de cierre en este homenaje, son oportunas las palabras de otro gran
luchador que padeció años de cautiverio, hablamos de Nelson Mandela cuando
sostuvo: “Nunca, nunca y nunca otra vez, debería ocurrir que esta tierra hermosa
experimente la opresión de una persona por otra.”. Que así sea.
(*) fragmento de la nota “Derechos humanos”, publicada en la revista “Inédito”
el 3 de abril de 1968
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