domingo, 25 de noviembre de 2012

Paz con Chile





En la gestión presidencial del Dr. Raúl Ricardo Alfonsín (1983-1989), la defensa de los derechos humanos tuvo su correlato ineludible en los esfuerzos por la preservación de la paz.

Así, a través de la negociación diplomática y con la mediación del Vaticano, la Argentina superó una potencial fuente de conflictos al firmar el Tratado de Paz y Amistad con la República de Chile, solucionando la centenaria disputa por el Beagle al establecer un límite cierto y definitivo en la zona de litigio.

Respetuosa del derecho internacional, la Argentina dio cabal cumplimiento de los principios establecidos en la Carta de las Naciones Unidas, que prohibe el uso de la fuerza o la amenaza del uso de la fuerza en las controversias internacionales.

Simultaneamente, el gobierno radical legitimó esta decisión política a través de la participación popular, que mayoritariamente votó por la aceptación del tratado en la consulta electoral del 25 de noviembre de 1984.

En Dicha compulsa participó más del 70 % del electorado, donde un 81,13 % de los votos respaldó el SI, contra un 17,24 % de quienes impulsaban el NO  (entre ellos se encontraban el almirante Rojas, el ex presidente de facto Marcelo Levingston, el ex canciller (del general Galtieri) Nicanor Costa Mendez, el nacionalista Marcelo Sanchez Sorondo, los principales dirigentes del peronismo –Vicente Leonidas Saadi y Herminio Iglesias los de mayor visibilidad- y la socialista Alicia Moreau de Justo). Con este contundente aval, el Congreso sancionará en 1985 la ley que pone fin al conflicto. 

sábado, 17 de noviembre de 2012

Raúl Alfonsín, preso político



Intenta este ser un modo diferente de recordar a Raúl Alfonsín. 

Un día como hoy, hace 46 años la dictadura fascista  del General Juan Carlos Onganía ejecutaba su detención por el hecho de reabrir las puertas de un local partidario, específicamente, la sede del Comité  provincia de Buenos Aires en Capital Federal.

Siempre recordamos a Raúl, como político, estadista, republicano, militante, luchador, docente, padre de la democracia y muy excepcionalmente hablamos de esta condición de preso político que le hizo padecer el infame onganiato.

En este recordatorio podría haberse escrito y mucho sobre presos políticos, sobre libertades, sobre ideología, sobre compromiso político, sobre derechos humanos, pero nada más oportuno que caracterizar al régimen  que lo privó de su libertad, apelando a las  palabras  de Alfonso Carrido Lura, anagrama que ocultaba la identidad del propio Raúl Alfonsín en tiempos del despreciable régimen militar.

Sostenía Carrido Lura: “Pero todos conocemos la realidad argentina. Por eso sabemos que la decisión del gobierno no constituye sino una burda humorada. Porque estamos padeciendo una dictadura de derecha que niega al pueblo, suprime sus libertades y desconoce fundamentales derechos sociales. Porque está claro que no existe la intención de producir un retorno a la democracia, sino la pretensión  de instaurar un régimen totalitario permanente. Porque surgido de un golpe militar, el poder no emana de la voluntad popular, sino de las fuerzas armadas. Porque los partidos políticos se ha disuelto y han sido confiscado sus bienes. Porque no se ha determinado plazo alguno para la renovación del gobierno. Porque se niegan los derechos de reunión y asociación. Porque se reducen los recursos de los sectores de bajos y medianos ingresos. Porque cunde la desocupación. Porque se insiste  en abolir las conquistas obreras y se maniobra para someter a la organización de trabajadores.

Mientras tanto, seguimos esperanzados en que la democracia y la lucha por la defensa de los derechos del hombre tenga algo que agradecer a la prensa argentina, porque no se podrá encontrar mejor garantía contra su violación que el apoyo firme de una opinión pública convenientemente informada. Desde aquí hacemos lo nuestro.” (*)

Lejos de resentimientos y con una clara concepción democrática Raúl Alfonsín definía de ese modo a la dictadura militar que lo había encarcelado.

A modo de cierre en este homenaje, son oportunas las palabras de otro gran luchador que padeció años de cautiverio, hablamos de Nelson Mandela cuando sostuvo: “Nunca, nunca y nunca otra vez, debería ocurrir que esta tierra hermosa experimente la opresión de una persona por otra.”. Que así sea.

(*) fragmento de la nota “Derechos humanos”, publicada en la revista “Inédito” el 3 de abril de 1968