(*) Leila Guerriero
1. Un buen inicio y un buen final
Según Guerriero, para escribir una buena crónica hay que preocuparse por un buen inicio y buen final. “El principio de un texto tiene un peso específico muy fuerte porque va a definir todo lo demás. Yo no me siento a escribir nunca si no tengo la frase de arranque. A partir de ahí, la estructura la voy encontrando casi naturalmente”, agrega. De igual manera, resaltó que también un mal final podría echar a perder toda la historia.
Un texto de no ficción, dice Guerriero, responde a las mismas reglas que la ficción corta. Debe tener principio, medio y final. A su vez cada parte debe tener otro principio, medio y final.
“Para mí el arranque es un tirano maravilloso. Hay que encontrar el inicio exacto para tu historia, que no sea caprichoso y establezca las bases de ese texto. El principio nos condiciona todo el resto”, explica.
2. Más que una cuestión de forma
La cronista y editora sostiene que para lograr un buen texto no solo es importante la forma; una buena narrativa logra una amalgama entre historia y forma. Como ejemplo pone la novela de no ficción A sangre fría, de Truman Capote, que narra el asesinato masivo de una familia de Kansas.
Guerriero señala que la estructura formal de la novela no condiciona los sentimientos hacía los asesinos de la historia: “Capote nos pone fuera de campo la descripción del asesinato desde la primera página. El asesinato acontece casi al final. Cuando llega ese momento, ya no los vemos como meros asesinos. Entendemos mucho de esas dos personas. Piensen lo distinto si el asesinato lo hubiera escrito al principio. Esas decisiones de escritura también forman parte de la información”, anota la periodista argentina.
Además, advierte que todas las preguntas clásicas del periodismo deben estar respondidas en el texto, pero no necesariamente en el arranque, y de la manera menos obvia posible.
3. Cada frase, al servicio de la historia
No se trata de poner frases “lindas” o sin razón; se debe lograr con las palabras un ritmo y un tono que se enreden con el contenido del texto. La forma es parte de la información. Si una frase no forma parte de la información, es mejor dejarla por fuera. A veces usar frases largas funciona porque se vuelven un mantra, una serie de sonidos que se repiten. Para lograr este efecto, las partes de la fórmula tienen que estar repetidas de forma casi idéntica, pero no hay que abusar del recurso.
4. Engancha al lector
Al lector hay que engancharlo por algo –recomienda Guerriero–, por lo que sea. Para ello aconseja probar con estructuras visuales, estructuras de sonidos y frases impactantes. Mientras sirva para contar mejor la historia, es válido.
5. Maneja los tiempos
Guerriero aconseja tener en cuenta que siempre en toda crónica hay un tiempo pasado y un presente. De modo que el texto debe contener la historia del personaje retratado y el tiempo en que está sucediendo la crónica.
6. Cuida el momento de irrupción del personaje principal
La periodista argentina recomienda tener en cuenta que el primer parlamento en la historia debe plantear el carácter del personaje: eso lo hace especialmente importante, como si se tratara de una obra de teatro.
7. La prosa no es del autor, sino del lector
En este punto hay que ser amable con el lector, pues no se escribe para florearse, sino para contar la historia y para ello se debe entender que el receptor es el lector.
Leila Guerriero recomienda ser sencillos, pero no simples. Además aconseja escapar de los lugares comunes y no escribir sobre lo obvio, ni tratar de demostrarle al lector que uno conoce muchos sinónimos. Por el contrario: si algo es terrible, hay que mostrarle al lector por qué es terrible. Si alguien está triste, hay que mostrarle a la mujer llorando.
8. Sé equilibrado.
Al momento de editar es muy importante el equilibrio. Si se descuida, se puede hacer pasar al personaje como un loco, sacando de contexto sus declaraciones. Hay que mediar.
Así mismo, si el cronista presupone cosas, al momento de hacer la entrevista solamente va a encontrar eso en lo dice el entrevistado. Por ello, hay que escribir e investigar sin prejuicios.
“Un periodista bueno de verdad debe abordar la historia como si fuera la primera vez que se enfrenta a ella”, expresa Guerriero.
9. Una descripción no es un inventario de cosas
Guerriero explica que la descripción se trata de una edición, una selección de la esencia de un lugar; por tal motivo se ha de tener especial cuidado con la introducción de datos duros, y tampoco se debe obviar cosas que no son obvias. Es decir: un edificio no es alto; tiene una altura en metros. Lo lujoso no es lo mismo para uno que para el gerente de una empresa de autos.
La cronista y miembro del Consejo Rector del Premio Gabo invita a especificar en vez de usar adjetivos y a tener cuidado con el humor: es un arma de cuatro filos si no se sabe manejar y puede dejar al autor en ridículo. Agrega que es importante reconocer que quien escribe la historia es un periodista y no un egomaníaco: solo debería usar la anécdota personal para contar algo que solamente él puede contar.
10. Lee y escucha tu texto
Leer los textos en voz alta ayuda a saber cómo fluyen y permite adecuar el ritmo del lenguaje: algo rápido puede contarse en un relato sin comas o sin puntos.
El mismo texto debe lograr que un lector avance sin preguntarse por qué le debería creer al redactor. Además, el cronista debe saber tanto de lo que estén hablando, que esa sabiduría se traslade como una materia intangible para el lector.
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