jueves, 31 de enero de 2008
Interrogante
Curiosamente el INDEK informa que el salario de los obreros industriales mostró en 2007 una expansión del 22,2 por ciento, ampliamente por encima de la inflación según la medición oficial, o a la par de la misma de acuerdo con la medición paralela de los trabajadores del Indec en conflicto.
Los datos informados por el INDEK dan cuenta además de un aumento del personal del 5 por ciento, y en la cantidad de horas trabajadas del 4,4 por ciento.
De esta forma, el índice de obreros ocupados continúa con un incremento ininterrumpido desde hace 21 trimestres.
Mientras las gondolas de los supermercados indican otra realidad, ante esta información del INDEK, cabe preguntarse de que país serán estos indicadores?
http://www.youtube.com/watch?v=3CPHJzOlvCA
martes, 29 de enero de 2008
Lo último de la civilización
Tan fácil como comprar una lata de gaseosa, pero con receta médica. Así de sencillo será desde hoy para los californianos adquirir marihuana en máquinas expendedoras, aunque sólo con fines terapeúticos.
Una vez que el paciente ha recibido la receta médica para usar el cannabis , de forma legal y siempre por razones de salud, se le tomarán las huellas dactilares y será fotografiado para comenzar a usar este nuevo método de distribución de la marihuana, empleada como fármaco.
Cumplidos esos pasos, se les otorgará una tarjeta de prepago que les dará acceso a las máquinas, según explicó Vince Mehdizadeh, propietario del Centro de Nutrición de Hierbas de Los Ángeles, a la emisora de televisión KWTX, filial de CNN.
Mehdizadeh, en cuyo centro se encuentra una de las dos máquinas que funcionan en California, explicó que esta herramienta servirá para administrar dosis extra cuando los pacientes las requieran.
"Serán recibidos por un guardia de seguridad allí mismo. Introducirán la tarjeta y se les pedirá sus huellas dactilares en la máquina para verificar su identidad", explicó al canal.
"Una cámara se encarga de fotografiar al paciente para comprobar que la persona que solicita la medicación está realmente autorizada. Después, la retiran y ya está", agregó.
Mehdizadeh consideró que este tipo de venta es segura, oportuna y menos cara que otros métodos, ya que pretende reducir los gastos de personal y ofrecer la mercancía a un precio menor del estipulado.
Hasta once estados de los Estados Unidos permiten el uso medicinal de la marihuana, principalmente para rebajar el dolor de numerosas enfermedades y abrir el apetito del paciente. Pero su empleo sigue resultando controvertido.
Fuente: Diario La Nación - 29.01.08
http://www.youtube.com/watch?v=abrKM1Z_te8
miércoles, 23 de enero de 2008
La construcción de una provincia moderna
Publicado en la edición del día de la fecha del diario La Capital de Rosario
Hace 46 años, juristas y políticos de la talla de Aldo Emilio Tessio, Héctor Gomez Machado, Decio Ulla, Enrique Rojo y Eugenio Malaponte, entre otros, redactaban la actual Constitución provincial, erigiéndose esta en una verdadera referencia nacional por ser una de las más avanzadas de su tiempo.
Hasta aquí, tras la reforma constitucional de 1994, nuestra provincia es una de las pocas que aún no se ha adecuado, porque los intentos reformistas han estado movidos por asegurar la reelección del mandatario y la mayoría automática en la Cámara baja y fundamentalmente por garantizar la vigencia del partido de gobierno en la conducción del Estado provincial.
Así, para estos tiempos que corren, constituye un sinsentido no haber aggiornado nuestra Carta Magna a la nacional, para poder dotar a la ciudadanía santafesina de más y mejores derechos, garantías e institutos que aseguren la construcción de un Estado provincial legítimo y moderno.
Las declaraciones del gobernador Hermes Binner impulsando la reforma de la Constitución provincial y planteando incluso que la reelección del gobernador regirá hacia futuro sin que él pueda ser recipiendario de dicha posibilidad constituye un síntoma de madurez política suficiente como para poder iniciar el camino que establezca los consensos necesarios que permitan avanzar hacia la puesta en funcionamiento del procedimiento reformista.
En la inteligencia de que la actualización de la Carta Magna deber ser el producto de un amplio consenso, tras un debate abierto, vigoroso y transparente que deje atrás las tentaciones hegemómicas de un gobierno o de un partido. En ese contexto el radicalismo ha demostrado permanentemente su vocación reformista.
Así, en nuestra provincia la Unión Cívica Radical tuvo y tiene para aportar un amplio bagaje de ideas que orgánica y sistemáticamente ha impulsado para incorporar a la nueva redacción de la Constitución, donde se asegure la representación ciudadana y territorial a partir de la vigencia de las cámaras de Diputados y de Senadores, la constitucionalización del Consejo de la Magistratura, el Ministerio Público, la Defensoría del Pueblo, los entes reguladores y un sistema electoral transparente que asegure la genuina voluntad de de la soberanía popular, la instauración de la Fiscalía de Investigaciones Administrativas y la autonomía municipal profundizando lo contemplado en la Constitución de 1921, institutos de participación ciudadana, revocación de mandatos y la consagración del derecho a la información pública, entre otros aspectos.
El compromiso del radicalismo históricamente ha sido identificado con la causa de la reparación, con la dignidad del hombre y la mujer, y fundamentalmente con la defensa y vigencia de la Constitución. A tal punto ha sido así que Hipólito Yrigoyen esgrimió como programa de gobierno la misma Constitución.
Con esos antecedentes entiendo que, consenso y transparencia mediante, la reforma de la Constitución es una buena oportunidad para aportar a la construcción de un Estado provincial moderno, democrático, solidario y participativo.
http://www.lacapital.com.ar/contenidos/2008/01/23/noticia_0100.html
Por Carlos Vila, Presidente del Comité Departamental Rosario de la Unión Cívica Radical
http://www.youtube.com/watch?v=Be6jlCuMvVQ
lunes, 21 de enero de 2008
Los pequeños placeres de la vida
por Fernando Savater
Se trata de un señor que habla de pequeños placeres: del croissant con el desayuno por la mañana, y de cosas así. Eso le da pie para recopilar sus pequeños placeres.
Dijo Ortega en una ocasión que “para quien lo pequeño no es nada, lo grande tampoco es grande”. Creo que esto es bastante válido en el terreno del placer.
Algún puritano podría decir que en la vida humana todos los placeres son pequeños, pero si no nos queremos volver excesivamente puritanos podemos reconocer que los grandes placeres están ligados siempre a nuestras necesidades: el sexo, la comida cuando uno tiene hambre, la bebida cuando tiene sed, etc. Son placeres ligados a necesidades. Todos los tenemos igual. Aunque, después, cada uno de nosotros modula esos gustos sexuales, las preferencias gastronómicas varían, pero, básicamente, son placeres comunes a todos.
Todo el mundo busca su contento en el sexo, en la comida, en la bebida, en refugiarse del frío cuando lo hace, en refrescarse cuando hace calor. Son cuestiones ligadas a nuestra condición. Estamos hechos así, más o menos igual, aunque haya modulaciones en la forma en que cada uno de nosotros aborda esas cuestiones.
Estos placeres, por lo tanto, no son muy individualizadores, ni individuales, ya que todos los compartimos.
En cambio, los pequeños placeres son, para cada uno de nosotros, distintos. Cada uno los tenemos. Yo también distinguiría —perdonen estas distinciones que hacemos los filósofos, que para eso nos pagan— los grandes placeres que dependen de las necesidades, y, por fin, los pequeños placeres de las aficiones.
Hay aficiones, en mi caso, las carreras de caballos, y la lectura de novelas de terror, que me gustan mucho. Naturalmente, quien está llevando a cabo acciones que le proporcionan satisfacciones, está disfrutando.
Dejo aparte los grandes placeres que dependen de la necesidad y dejo las aficiones, porque las aficiones, de alguna manera, son como una especie de dedicación: dedicamos nuestra vida, en buena manera, a hacer esas cosas. Dejo también las aficiones a un lado y, por supuesto, prescindo de los grandes placeres en el sentido no físico ni material, sino espiritual y sublime: contemplación de los frescos de la Capilla Sixtina, lectura de Shakespeare, o cosas por el estilo.
¿Cuáles son los míos? Para uno son sublimes, grandes, trascendentes, por ejemplo, leer los sonetos de Shakespeare. Pero, de verdad, ¿cuáles son las cosas pequeñas que le gustan a uno? Y eso es más difícil de establecer porque, en buena medida, está oculto, incluso, para nosotros.
A fuerza de pensarlos, voy a decirles algunos pequeños placeres míos, ejemplo de “pequeños placeres”.
El hojear el periódico matutino antes de que alguien lo haya leido en la casa es uno de mis grandes placeres En cuanto me dan un periódico medio descuajeringado, porque ya lo ha leido alguien, que ya lo ha manoseado, ya ha perdido la virginidad, me parece un periódico del día anterior, me parecen las noticias atrasadas.
La idea de coger el periódico crujiente, con ese ruidito especial, y abrirlo y pasar las hojas en eso que no es una lectura del periódico sino el gusto de hojearlo, de verlo por primera vez. Esa primera lectura antes de que nadie le quite a uno el periódico, cosa que ocurre inmediatamente, por mi hijo o por mi mujer. Esa primera visión es la última que suelo tener, pero ese momento en el que uno mira el periódico todavía crujiente, recién aparecido, y no es lo mismo que leerlo la noche anterior.
Nunca me he acostumbrado a esa gente presurosa que acude a última hora de la noche a leer el periódico del día siguiente. ¿Cómo vas a leer el periódico del día siguiente si no ha amanecido? Me parece que esas noticias no pueden ser las buenas, sino las que vendrán al dia siguiente. Seguro que éstas, a lo largo de la noche, se desmienten.
Amanecer en París es una cosa que me produce un enorme placer, sea porque uno esté llegando en el tren, sea porque te despiertas en un hotel en París. Es una ciudad que uno entiende por qué se inventaron las ciudades. Entiendes por qué los bárbaros dejaron de ir estepa arriba y abajo, se bajaron del caballo y se quedaron a vivir allí. Aparte de la belleza de la ciudad, la conexión con tus gustos y tus aficiones y un punto de exotismo. Es difícil que alguien que vive todo el año en Madrid o en Valencia, por ejemplo, despierte queriendo estar en Madrid o en Valencia, con un día por delante más ocioso que los días normales.
El tercer placer es uno que me ayuda a trabajar. Dudo si es conveniente incluirlo como tal. Pero a él voy. Se trata de la combinación de mojama con almendras. Cuando me pongo a escribir por las tardes, me siento delante del ordenador, me pongo un whiski —a éste no le incluyo porque es algo meramente medicinal y estrictamente laboral— que acompaño con unos taquitos de mojama y unas almendras. Me parece algo completamente decisivo para escribir y para atraer la inspiración.
El cuarto placer sí que tiene que ver algo con el tabaco. No soy misionero de nada, en el sentido de que hay que fumar o que no hay que fumar. No creo que haya que hacer nada, ni dar la lata a los demás.
Si alguien no fuma, me parece bien, como también me parece lo contrario. No es obligatorio que fume quien no le guste. El problema es el de las personas que han sustituido el placer de fumar por el placer de perseguir a los que fuman. Esa compensación es la que me molesta. La otra me parece absolutamente razonable, pero convertir en placer el ataque a los que fuman, me irrita.
No fumo cigarrillos. Me parecen demasiado iguales unos a otros, no encuentro modulaciones. Prefiero los cigarros, los puros, que admiten la complejidad de fumarlos pequeños, largos, grandes, cortos. El puro es el placer de fumar más en estado puro.
Los “toscanelli” ayudan a usarlo, sin abusar. Convertir la rutina que puede ser el tabaco en una arma letal es algo sin duda dañino, porque indica que algo va mal dentro de uno.
La mayoría de los excesos de tipo dañino, peligroso, agresivo, indican algo no solo malo socialmente sino malo dentro de uno. Algo no va bien en mí si necesito hacerme daño de forma descarada. Por lo demás, estoy convencido que fumar no es bueno en el sentido de que sea higiénicamente bueno, pero la mayoría de las cosas que hacemos en la vida tampoco son higiénicamente buenas. Ni siquiera la vida misma. Miren cómo acaban todas las vidas. No será tan bueno vivir. La única enfermedad de transmisión sexual, letal de necesidad, es la vida. Para qué, pues, vamos a esperar morir en perfecto estado de salud.
Hay que intentar vivir y la vida exige ciertos compromisos con la muerte, cierto jugar al escondite con cosas que, objetivamente, tal vez no sean buenas pero que ayudan a otras. La copa de vino que ayudó a Shakespeare a escribir, el Toscano, la mojama y las almendras que me ayudan a escribir un artículo, cooperan a que pasemos una hora y otra sin desequilibrio, neurosis, ni agresividad.
http://www.youtube.com/watch?v=Be6jlCuMvVQ
viernes, 18 de enero de 2008
Un patrimonio de todos los argentinos
Por Raúl Alfonsín
Para LA NACION
La vida y la obra de don Arturo Illia son patrimonio de los argentinos, sea cual fuere el partido al que pertenezcan. Desde luego que los radicales estamos orgullosos de él; le profesamos veneración. Pero si trabajó siempre desde nuestro partido no lo hizo apenas para los radicales. Trabajó para el adelanto político y el progreso social del pueblo entero, sin reparar en banderas o en credos.
Don Arturo recordaba, a menudo, que después de enrolarse y de inscribirse en la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires, adonde había venido desde su Pergamino natal, dio dos pasos simultáneos: se asoció al Centro de Estudiantes y se afilió a la UCR en la parroquia de Colegiales. Pero es obvio que no hizo estos trámites sólo por haber ingresado en la Universidad y haber llegado a la edad de ciudadanía. Los hizo porque no deseaba ser ajeno a la cosa pública, porque estaba decidido a no ser independiente del destino de su país y creía que la mejor y la más franca manera de lograrlo era participando a través de las instituciones, actuando en política.
Después de muchos cargos importantes ocupados siempre en democracia, interrumpida por un par de golpes de Estado, fue investido de la Presidencia de la Nación. Vale la pena citar algunas frases de su mensaje a la Asamblea Legislativa: "La democracia Argentina necesita perfeccionamiento, pero que quede bien establecido: perfeccionamiento no es sustitución totalitaria. El concepto social de la democracia no es nuevo, y no es sólo nuestro. Más lo importante no es que el sentido social de la democracia esté en nuestras declaraciones políticas o estatutos partidarios, sino que los argentinos tengamos la decisión y la valentía de llevarlo a la práctica. Pero deseamos desde ya alertar a quienes conciban a la democracia social como un simple proceso de distribución. Para que pueda existir justicia de la sociedad para con el hombre es necesario que éste, a su vez, sea justo para con la sociedad y no le niegue o retacee su esfuerzo".
El período de gobierno de don Arturo transcurrió en un momento en el que aún tenía plena vigencia la cultura autoritaria y antidemocrática que se había venido sedimentando en la población desde los años treinta.
Aquel gobierno al que se acusaba de lentitud, de inoperancia, de antigüedad, de incompetencia, de partidismo, logró un aumento del 10% anual del producto bruto, término sólo superado entre 1946 y 1948, cuando nuestro país era el de las vacas gordas y los lingotes de oro. Aun cuando todavía hay unos pocos que atribuyen a las buenas cosechas los éxitos del gobierno de don Arturo, lo cierto es que el crecimiento del agro fue ordinario; en cambio, el de la industria resultó el más alto de la Argentina contemporánea, con más de un 35% en el bienio de 1964-1965.
Pero hubo más; fue reducido el gasto público, verdadera hazaña si se recuerda que se elevaron los fondos destinados a la enseñanza, a la salud y a la vivienda; mermó el déficit fiscal y el de las empresas del Estado (por otra parte, no se adquirió ninguna empresa privada), y fue disminuida, sí, disminuida, la deuda externa, a pesar de lo cual se incrementaron las reservas del Banco Central.
La distribución del ingreso, en fin, alcanzó una armonía inusitada y se retrajo la inflación, de un promedio del dos por ciento mensual en 1963 a otro del uno por ciento en 1966. Todo en sólo mil días de gobierno. Es ya un lugar común hablar de un gobierno sin un solo día de estado de sitio, sin presos políticos ni gremiales.
No exagero si afirmo que le debemos a don Arturo Illia esta realidad de hoy; la realidad de un pueblo que halló su rumbo y se inclinó por la democracia. Lo dijo en una entrevista periodística: "Para saber lo que es la democracia, con sus virtudes y sus defectos, hay que vivirla. Si no se vive la democracia, la libertad, la justicia, uno se está muriendo". Y también: "La ley da mucha más seguridad que las ametralladoras" igual que "la vida de un hombre público tiene valor solamente por sus ideas".
Ahora los argentinos piden que sus dirigentes no pierdan el rumbo, que no caigamos en nuevas confusiones, intemperancias, desintereses, que terminemos de desterrar el desencanto, el revanchismo, el egoísmo. Que confiemos cada vez más en nosotros. Que no reiteremos los desastres de aquel tiempo lejano y, a la vez, tan próximo.
El mensaje para hoy de don Arturo es la necesidad, no solamente de hacer buenos gobiernos, sino de hacer docencia de la democracia. Por eso, en estos días que vivimos, en los que hemos alejado ya, definitivamente, el fantasma de los golpes de Estado; en los que por encima de nuestras lógicas discrepancias y en el marco del respeto por las instituciones, desarrollamos nuestra vida institucional; en el marco también de discusiones a veces agrias, debemos recoger su mensaje para proclamar, sin distinción de partidos políticos, que por encima del acierto o del error del gobierno lo que interesa es una lucha permanente por el estado de derecho, por la calidad de las instituciones de la Nación, por el debido proceso, y por la dignidad de los hombres.
Debemos preguntarnos qué es lo que nos permitirá un pensamiento maduro, capaz de observar con seriedad los problemas, pero capaz también de encontrar en una alegría de fondo las razones de fondo para vivir y para luchar. Hay quienes piensan que nos pasan estas cosas por ese estilo quejumbroso que hace ya 70 años hizo decir a un pensador extranjero que éramos quizás "el pueblo más melancólico del mundo".
Illia murió el 18 de enero de 1983, cuando ya podía presentirse el triunfo de sus ideales y el reconocimiento a su lucha.
Hoy nos debemos preguntar si los argentinos somos capaces de aprender de la terrible experiencia que pasamos y si sabemos juntar el coraje cívico con la madurez política, y todo eso en el tono de una alegría de fondo sin la cual los pueblos marchan hacia el suicidio; si aprendimos eso, Arturo Illia estará más vivo que nunca entre nosotros.
http://www.youtube.com/watch?v=gJCzkcBfjHk
viernes, 11 de enero de 2008
one hundred years old
La lluvia no fue obstáculo para que Isabel Mendoza junto a sus seres queridos festeje su cumpleaños número cien en su ciudad, Rosario.
En el bar de la librería El Ateneo, la correligionaria Isabel arrancó los aplausos de todos los presentes tras recibir de manos del titular del Comité Departamental Rosario de la UCR y de los representantes del Comité Oficial de la Seccional 3ra. de Rosario los amigos Héctor y Flavio Raschella sendos diplomas de reconocimiento a la aquilatada trayectoria militante de la homenajeada y como corresponde una torta con escudo radical.
Cien buenas buenas razones para el festejo.
http://www.youtube.com/watch?v=JJxDNdFchoQ
miércoles, 9 de enero de 2008
Gangster americano
Una buena opción para este ardiente verano es la que constituye el film Gangster americano de Ridley Scott.
Se sabe que a Ridley Scott los generos que ha trabajo los ha desarrollado en su máxima plenitud. Así lo demostró en películas como "Gladiador", "Alien", "Blade Runner" o una de guerra como "La caída del Halcón Negro", muy en boga por estos días para saber de que se trata la vida y la política en Somalia, tras el secuestro de la enfermera Pilar Bauzá de la Ong "Médicos sin fronteras".
El film refleja el crecimiento de Franck Lucas, un gangster negro de Carolina del Norte, en los tiempos de la guerra de Vietnam. American Gangster se basa en una historia real.
Denzel Washington (Lucas) es el chofer del padrino de Harlem, Bumpy Johnson, quien muere de un ataque al corazón y deja abierta la puerta para que su delfín crezca al punto de superar al maestro tras dejar en el camino a los intermediarios, viajando directamente a Bangkok a comprar heroína de la más pura con la que inunda el mercado, ganándose la enemistad de los otros capo-mafiosos.
Richie Roberts, interpretado por Russel Crowe, es un policía atípico de la división antidrogas de Nueva Jersey, un personaje menos atractivo con el que Scott tiene que equilibrar una historia de gangsters.
Una frase memorable cuando ya finalizando la guerra y en el ocaso de la carrera de Lucas, el jerarca militar vietnamita y proveedor de la heroina le dice "quien desiste estando arriba, no se ha rendido". La música realmente increible. Bien por Ridley Scott.-
http://www.youtube.com/watch?v=9eI_h1fY7Kk
lunes, 7 de enero de 2008
Por la ampliación de la representación ciudadana
En relación a las críticas formuladas por el Presidente del Concejo Municipal de Rosario Miguel Zamarini a la denominada Ley Borgonovo, el Presidente del Comité Departamental Rosario de la Unión Cívica Radical Carlos Vila declara:
"Que la derogación de la ley provincial nro. 12.065 conocida popularmente como ley Borgonovo, ha sido una preocupación permanente del Radicalismo siendo consecuente el accionar de nuestros legisladores por derogar la misma por ser un instrumento legal que no aporta a la profundización de la democracia y que atenta contra el pluralismo político e ideológico"
"Dicha norma fue aprobada bajo una concepción de oportunismo y de gatopardismo, por cuanto redujo el número de bancas de concejales en las ciudades de Rosario y Santa Fe, disminuyendo la representación ciudadana bajo el manto del antidemocrático slogan del que se vayan todos y y manteniendo practicamente las mismas partidas presupuestarias imputadas para el funcionamiento de dichos cuerpos legislativos, esto es cambiar para que nada que cambie"
"Nos parece oportuno sostener que desde la recuperación de la democracia, las marcas más importantes del retroceso santafesino han sido las privatizaciones de obras sanitarias (aguas) y del Banco Provincial de Santa Fe, en materia electoral la denominada ley de lemas y en materia de degradación de la calidad institucional la ley Borgonovo ocupa un lugar muy importante"
"Finalmente queremos consignar en virtud de los fundamentos vertidos que desde la UCR seguimos bregando por la profundización de la democracia, por la ampliación de la representación ciudadana, por la derogación de la ley borgonovo, y por la autonomía a los municipios, para poder elevar la calidad institucional del Estado"
http://www.youtube.com/watch?v=zv91iOvJp8Q
jueves, 3 de enero de 2008
La hora de los no políticos
Este artículo de Jorge Fernández Díaz publicado en el diario La Nación es digno de ser compartido. Hacía mucho tiempo que no leia una columna que se identificara tanto con mí linea de pensamiento. Recuerdo artículos memorables que incluso han sido un soporte importante para la praxis política, así que en buena hora este nuevo aporte, que aunque largo vale la pena leerlo
Un gerente piensa que el arte y la política pueden gerenciarse. Así como un editor piensa que hasta cierto punto la vida puede editarse como un diario o un noticiero de televisión. Un viejo editor me dijo alguna vez: "El matrimonio es una larga crisis que se administra. Por más que estemos en el peor momento, un beso antes de dormirse, un beso al despertar y un ramo de flores los domingos. Si usted sabe editar la realidad, puede también editar su matrimonio". Se refería a la posibilidad de manejar los tiempos y las cosas, desechando lo inconveniente y resaltando lo
necesario.
Ojalá fuera cierto, pero la verdad es que nadie puede editar la vida, y que es infinitamente difícil gerenciar una pasión. Se la puede administrar, no voy
a negarlo. Se pueden hacer negocios editoriales y pictóricos, pero esas operaciones del mercado nada tienen que ver con gerenciar el arte, que está hecho
de la materia de los sueños y que es, por lo tanto, ingobernable.
No digo que la política sea asimilable a la literatura o a la pintura, pero les aseguro que también es un arte mayor y que su praxis necesita una vocación tan
profunda y absorbente como la que se autoimpone cualquier artista verdadero.
En veinticinco años de periodismo no he conocido a un solo dirigente de primer nivel que no fuera un animal político. Un hombre sin tiempos libres, un enfermo de
la materia que domina. Como esos cracks futbolísticos que al evocar su infancia solamente se recuerdan jugando a la pelota, día y noche, con una de cuero, con un bollo de papel o con una chapita, obsesionados gozosamente por desarrollar su vocación profunda. O como esos adolescentes que, abstraídos, se olvidaban de comer, de estudiar y hasta de dormir tocando como posesos la guitarra o el piano, o dibujando o escribiendo en cuadernos o en reveses de facturas contables. Las vocaciones volcánicas borran al hombre del mundo, ponen en suspenso a sus familias y a las necesidades mundanas, y, como todo acto de amor torrencial, son un acto de obsesión. Nadie llega a la primera fila de las butacas sin ese fuego sagrado.
Comparar la política real con la política corporativa de las empresas es, por lo tanto, un malentendido amargo. La política, por más gurúes y politicólogos que valgan, resiste las reglas del management ortodoxo y de la ciencia pura. En el mundo de los negocios, uno más uno es dos. En política, como todo el mundo sabe,
no necesariamente dos más dos son cuatro.
Toda esta introducción viene a cuento de un hecho indiscutible: la actual oposición tiene entre sus filas a muchos hombres de empresa. Muchachos por lo general bienintencionados que se han pasado, no hace mucho, a la política creyendo que ésta sólo necesita buenos gestores.
Los no políticos son hombres de ideología pasteurizada, que igualmente merodean las posiciones de "centro" y el libre mercado, y que han comenzado a meterse en el barro de la historia.
A unos, los resultados electorales de octubre los dejaron nocaut. A otros, los pusieron muy nerviosos: deben realizar ahora lo que prometieron en la campaña.
Sólo a Elisa Carrió, para la cual hubiera sido una tragedia ganar y tener que hacerse cargo del barco, abandonando los cómodos camarotes de la indignación,
este período de cristinismo se le presenta plácido y apetitoso. Los demás, incluso los nuevos referentes de ARI, tienen en la boca el regusto agrio de la decepción y del miedo. No lo dirán nunca en público, pero así están los opositores políticos en la Argentina de hoy.
Se sienten, en el fondo de sus corazones, injustamente derrotados por "políticos mediocres" y "burócratas clientelísticos". Ellos, los príncipes de la nueva
política, eficientes y limpios, pasaron por la universidad y conocen el mundo: son muy viajados. "¿Cómo puede ser que nos derroten estos políticos de cabotaje, estos impresentables de siempre?", se preguntan.
Algunos de estos gerentes de la nueva política duermen con la valija cerrada al lado de la cama. Están siempre listos para volver al sector privado rumiando una queja: "Soy demasiado bueno y honesto para la política".
Olvidan que los verdaderos militantes políticos no tienen dónde volver, porque pertenecen, en cuerpo y alma, a la lucha política. Porque no podrían hacer otra cosa, porque nacieron para eso, porque quemaron las naves. Un gerente es demasiado cerebral y tiene demasiado "sentido común" para quemarlas.
Un militante se mide no por cómo reacciona ante una victoria, sino por cómo se recupera de las derrotas. ¿Se recuperarán estos muchachos o tomarán la valija y
volverán, sanos y salvos, a casita?
Necesitan un examen profundo para entender lo que les ocurre. Son amateurs jugando a ser profesionales. No dominan del todo la materia y, en el fondo, la desprecian un poco. Toda la nueva oposición está llena de estos personajes tiernitos y bienintencionados: aves de paso queriendo comerse crudas a las fieras.
No se le puede enseñar política a un negado, así como no se le puede enseñar música a quien no tiene oído. Entender la política, entenderla de verdad, es un don: se tiene o no se tiene. Es un saber que no se adquiere en los libros ni en los claustros. Se adquiere en la calle y con las entrañas.
Pero el ser humano desarrolla las habilidades que necesita, de manera que no todo está perdido. La nueva oposición está llena de sordos y zoquetes. Hay muy pocos afinados y casi ningún oído absoluto. Pero tiempo al tiempo.
Luego, por supuesto, está todo ese asunto de los personalismos. En la Argentina, todo gira en torno de tres o cuatro dirigentes que lucen bien en los programas del cable, que suelen ser bastante autoritarios dentro de sus propios partidos y que no
saben adónde van. Quiero decir, parecen poseer grandes convicciones y son buenos "tribuneros" (no deberían quejarse tanto del atril, porque ellos lo llevan
incorporado), pero carecen de paciencia y flexibilidad para armar partidos políticos consistentes, con alas izquierdas y derechas, con democracia interna y
participación.
Descaradamente personalistas, un día tienen tres millones de votos y otro día no tienen nada. Poseen una extraña alergia, que les contagiaron los encuestadores y la "opinión pública" más ramplona de los contestadores automáticos de las radios, que
consiste en creer que toda alianza es la Alianza, o sea, un rejunte invertebrado e incoherente que fracasa gobernando. Y también que todo pacto político es el
Pacto de Olivos, es decir, un contubernio para repartir favores.
Pero hagamos nombres propios: si Carrió y Ricardo López Murphy hubieran entendido de verdad la política, habrían recreado el espacio histórico electoral de la
Unión Cívica Radical. Pero como no la entienden, terminaron en esta nada insípida, inodora e incolora,oposición para la gilada televisiva, que no puede juntar porotos y que no logrará ponerle freno a la hegemonía.
La Alianza era una bolsa de voluntades dispersas y el Pacto de Olivos era un contubernio, pero el peronismo es una bolsa del mismo estilo, aunque verticalista
cuando se juega en serio, y el Pacto de la Moncloa era, al fin y al cabo, un acuerdo político, aunque con buena prensa.
Algo tiene para enseñarle el oficialismo a la oposición. Para empezar, su voluntad de poder. El peronismo no tiene un puñadito de dirigentes destacados: tiene cien candidatos potables en las gateras, con ganas de comerse la cancha. No es
dogmático y principista: acoge en su seno a hombres ubicados en las antípodas ideológicas, aunque dispuestos, por las buenas o por las malas, a aguardar
su turno y a trabajar coordinadamente cuando la tormenta arrecia y cuando el que manda tiene claro el horizonte y buena sintonía con la mayoría electoral.
Casi nadie, por cuestiones del pasado, queda fuera del colectivo, y nadie se rasga las vestiduras por hacerse amigo de un enemigo de antes, o por codearse con un
dirigente que piensa el país desde la otra orilla.
El radicalismo posmoderno tuvo estómago delicado, y así lo pagó. No pudo tolerar las diferencias internas y expulsó de sus filas a los opuestos, que a su vez se
transformaron en estómagos delicados incapaces de digerir las mínimas discrepancias. Y así hasta el infinito. Es decir, hasta la atomización y la anécdota. Como la izquierda argentina, una diáspora interminable y minoritaria con dirigentes inflexibles que se pelean por palabras vacías.
Sin dominar la materia, sin vocación ni visión política, sin sentido común, sin pragmatismo y sin humildad, sin capacidad para acordar lo mínimo ni para construir una idea, la oposición se juega en una comuna, es decir, en una baldosa.
Hasta Néstor Kirchner está decepcionado de la oposición. Admite, a regañadientes, que ninguna democracia exitosa económica e institucionalmente prospera con partido único y sin alternancias ni bipartidismo. Sabe que, si no evoluciona por afuera,
una oposición de centroderecha surgirá tarde o temprano del propio peronismo y que sobrevendrán como siempre la crueldad, el destripamiento, la lucha sin cuartel y la amnistía y, al final, la cohesión. La guerra peronista hace temblar a los peronistas que detentan el poder, porque saben que del otro lado no hay muchachos testimoniales con la valija armada al lado de la cama, sino políticos con hambre que quieren
cambiar la historia.
Sólo se cambia la historia con ese apetito insaciable, con esa pasión que un frío gerente no puede gerenciar. Tal vez ni siquiera pueda comprender. La nueva política no puede madurar en manos de los no políticos.
Cuadro: temprano por la tarde de Lee Mothes
http://www.youtube.com/watch?v=hqyc37aOqT0&feature=related
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