martes, 30 de septiembre de 2008
Política y tortillas
Esta nota no trata de política mexicana, sino de los políticos realistas, o sea, carentes de escrúpulos morales. Sinclair Lewis, el primer novelista norteamericano galardonado con el premio Nobel, los llamó "hacedores de tortillas". Esto se debe a que esos personajes suelen justificar sus delitos recitando la conocida fórmula "no se puede hacer tortillas sin romper huevos". O sea, no es posible hacer grandes cambios políticos sin cortar cabezas, ya literalmente, ya en sentido figurado, como sinónimo de "destituir".
Presumiblemente, ha habido políticos realistas desde el comienzo de la política. Eso ocurrió cuando nuestros antepasados remotos, los homínidos de hace varios millones de años, forjaron alianzas con sus rivales para destituir al macho dominante. Si hemos de creer a los autores del Génesis, el primer político realista entre los humanos fue Caín. No se sabe si mató a su hermano para hacerse del legado que eventualmente dejaría Adán. Pero sí sabemos que no invocó el dicho de marras, porque aún no se había inventado la sartén.
El primer teórico del realismo político fue Platón, quien afirmó que es preciso mentir a la plebe para alcanzar o mantener el poder. (Desde entonces, la mentira política suele llamarse "mentira real" o "mentira noble"). Aristóteles, su mejor alumno, no repitió esta tesis, pero sostuvo que conviene al gobernante que se lo vea como piadoso, auque no lo sea, porque entonces el ciudadano común creerá que goza del favor de los dioses, lo que afianzará su poder.
Para saber más sobre este truco platónico-aristotélico hay que pegar un salto de dos milenios, viajar a Florencia y toparse con Niccolo Machiavelli. Este florentino genial fue el primer politólogo moderno y uno de los contados miembros de su profesión que tuvo experiencia política.
Machiavelli no sólo dio consejos cínicos ("maquiavélicos") al "príncipe" (gobernante), sino que también retomó el enfoque realista (objetivista) de la política que habían practicado Herodoto, Tucídides y Aristóteles en la Antigüedad, e Ibn Jaldún en el siglo XIV. Este último vivió en Túnez y fue quizá el único científico social de la Edad Media, cuando los intelectuales europeos estaban enzarzados en disputas teológicas.
En politología se adopta el enfoque realista cuando se supone que el primer motor de la política es el interés material. O sea, que el poder político suele buscarse no para salvar almas ni para remediar injusticias, sino para adquirir o conservar fortunas o para dominar a la gente, ya como medio, ya como finalidad en sí misma. En nuestros días, los ejemplos más siniestros de política realista son las guerras por el petróleo.
El politólogo realista dispone de un almacén inmenso de ejemplos. Los adalides de las Cruzadas, tales como Pedro el Ermitaño y Ricardo Corazón de León, reclutaban voluntarios haciéndoles creer que se proponían rescatar los santos lugares. Pero los saqueos y las crueldades que cometían en el camino, casi siempre a costillas de otros cristianos, muestran que los movía el afán de lucro.
Los Reyes Católicos financiaron la expedición de Colón con la promesa de adquirir riquezas fabulosas de las Indias, no para bautizar a los indios, quienes de hecho fueron esclavizados con el beneplácito de los monarcas. Como buen ciudadano de la próspera República de Genova, Colón era un empresario realista, no un catequista fanático. Tanto es así, que impidió el ingreso de la Santa Inquisición en el territorio que gobernó. La religión será útil en política, pero interfiere con los negocios.
Por Mario Bunge
Los mandatarios que impusieron el Tratado de Versailles a las potencias centrales adujeron que los movía su amor por la democracia y su deseo de evitar futuras masacres mundiales. Pero la verdad es que se repartieron entre ellos los despojos de los vencidos, y que (como lo pronosticaron John Maynard Keynes y mi padre) sembraron la semilla de la Segunda Guerra Mundial.
Los bolcheviques prometieron emancipar al pueblo ruso explotado y oprimido por aristócratas y grandes empresarios. Pero de hecho impusieron por la violencia una dictadura mucho más cruenta que la que depusieron.
Etcétera, etcétera.
Moraleja: la próxima vez que te ofrezcan una tortilla política, recházala, aduciendo que tu médico te ha prohibido los huevos. O que un medio infame puede frustrar el objetivo más excelso.
Fuente: www.lanacion.com.ar
http://www.youtube.com/watch?v=KPdrRvrkTSk&feature=related
lunes, 29 de septiembre de 2008
Asomarse al abismo...
Editorial Diario "El País"
El rechazo del plan de rescate de Wall Street prolonga la crisis y acentúa el riesgo de recesión.
El Congreso de Estados Unidos rechazó ayer el plan de rescate financiero elaborado por la Administración de Bush y abrió un periodo de incertidumbre mientras se negocian nuevas modificaciones en el texto para que pueda recibir el respaldo de la mayoría. La debilidad de la Administración de Bush, incapaz de convencer a los diputados republicanos, late peligrosamente detrás de un fracaso político que ayer pasó las primeras facturas. Los mercados europeos vivieron ayer otro lunes negro como una especie de premonición de lo que iba a suceder luego en la Cámara de Representantes; y Wall Street empezó a desplomarse después de conocer el primer rechazo político del plan.
La negativa del Congreso implica que la lucha contra la crisis financiera queda de momento sin referente político mundial. El plan del secretario del Tesoro, Henry Paulson, y del presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, es objetable en sus detalles pero inatacable en sus objetivos y en su orientación política general. Una crisis total de confianza como la que estaba viviendo el sistema financiero mundial -que ha liquidado la banca de inversión en EE UU, obligó a nacionalizar AIG, la mayor aseguradora americana, y el pasado fin de semana extendió sus tentáculos a Europa forzando las nacionalizaciones del banco francobelga Fortis y del británico Bradford & Bingley- sólo podía corregirse atacando de raíz el problema de los activos depreciados en su raíz por las hipotecas basura. Políticamente era imprescindible recuperar la confianza eliminando de los balances de las instituciones bancarias los activos que impedían la liquidez.
El plan Paulson-Bernanke respondía básicamente a esas prioridades. El rechazo del Congreso debe leerse en términos estrictamente políticos, como un fracaso de liderazgo en el Partido Demócrata y en el Republicano -95 congresistas demócratas y 134 republicanos votaron en contra del plan- y como una demostración de que en el bando republicano todavía pesan automatismos rancios contra el intervencionismo en la economía. Cualquier plan de salvamento que pueda articularse en el futuro, sea de inspiración demócrata o republicana, constituirá con mayor o menor intensidad una intervención del Estado, con dinero público, en la economía de mercado de EE UU. El tiempo de los arreglos financieros privados patrocinados por bancos privados se acabó con Merrill Lynch.
La votación del Congreso abre una crisis sin precedentes. Desde el crash de 1929 hasta el más modesto de 2000, la autoridad política estadounidense siempre gozó de la confianza de las Cámaras para atajar las crisis bursátiles y las recesiones que con frecuencia provocaban. Ahora, la resolución de la crisis, una decisión urgente y prioritaria, queda al albur de una negociación que puede retrasarse.
Después del fracaso político de ayer, lo que les espera a los mercados mundiales hasta que se vote un nuevo plan es más estrangulamiento de la liquidez, con lo cual es muy probable que se reproduzcan las crisis bancarias; más caídas, por tanto, en las Bolsas mundiales, mientras se pactan las modificaciones del plan, bien hacia las reclamaciones demócratas o hacia las exigencias republicanas; nuevas elevaciones en las primas de riesgo, que provocarán a su vez fuertes dificultades en la inversión; y una inquietud creciente, próxima al miedo, por la situación de la economía americana, cuya probabilidad de recesión es tanto mayor cuanto más se tarde en cortar de raíz la desconfianza en el sistema. Cuanto más se tarde en aprobar el plan, más caro y más difícil será el rescate.
Fuente: www.elpais.es
http://www.youtube.com/watch?v=MwyPI-zKqRs
Neopopulismo latinoamericano
Los intelectuales y el kirchnerismo
El sociólogo rastrea la genealogía de las influencias intelectuales que gravitan en la toma de decisión de Néstor Kirchner y de la presidenta Cristina Fernández. Y establece la inspiración de su característica forma de gobernar. ¿Quiénes son y cómo piensan Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, el matrimonio de intelectuales que inspiró la política kirchnerista? “Del viejo populismo y el posestructuralismo francés de los 70 surgió el modelo del neopopulismo latinoamericano que, según sueña Laclau, puede llegar a jugar un papel protagónico en el futuro”, escribe aquí Sebreli.
Durante el conflicto del campo, cartas abiertas, entrevistas radiales y televisivas y hasta un diálogo público con Néstor Kirchner han dado a conocer un nuevo estilo político, el de los peronistas posmodernos o “intelectuales K”. Conforma un derivado del impreciso “neopopulismo latinoamericano” o “socialismo del siglo XXI”, que representan Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega y los hermanos Fidel y Raúl Castro, sempiternos patriarcas. Para el matrimonio Kirchner se trata de un viaje de ida y vuelta, del antiguo al nuevo populismo; ellos imitan a Chávez que, a su vez, se inspira en Perón. No hay muchas diferencias entre el viejo y el nuevo populismo, el modelo es el mismo: movimientismo opuesto al sistema de partidos, líderes autoritarios, manipulación de masas, desprecio por las instituciones republicanas y una economía mercadointernista y antiexportadora. Más sofisticados que los populistas históricos, los neopopulistas promueven un autoritarismo suave o, como decía un opositor venezolano, “un totalitarismo light”, de acuerdo a los tiempos medianamente democráticos que vive el continente.
Algunos adherentes al movimiento llamado Carta Abierta son funcionarios públicos o montoneros reciclados y algún firmante equívoco como David Viñas que luego, en un acto en la Biblioteca Nacional, declaró: “No soy un intelectual K”. En ese agrupamiento apresurado y heteróclito se destaca, con perfiles propios, un subgrupo inspirado por Ernesto Laclau, a su vez mentor intelectual de los Kirchner.
Cristina Kirchner se dice discípula de Chantal Mouffe, mujer de Laclau, y En torno a lo político pasa por ser su libro de cabecera. Laclau mantuvo diálogos telefónicos desde Londres con los Kirchner aconsejándoles no transar con el campo y en su último viaje participó en un acto kirchnerista.
La biografía intelectual de Laclau explica en parte sus complicadas posiciones. Hizo su primera intervención política allá por los años 50 en el FIP (Frente Izquierda Popular), agrupación trotkista-peronista presidida por Jorge Abelardo Ramos, inventor del nacionalismo de izquierda. Sin embargo, ya por entonces Laclau se acercaba más a Gramsci y al concepto de “lo nacional y popular” que al internacionalismo proletario de Trotsky, aunque se mantuvo apartado de los gramscianos argentinos a los que menospreciaba por “liberales”. También se fue alejando de Marx, difícil de conciliar con el nacionalismo, aunque se le agregara el calificativo de popular.
Esas preferencias del joven Laclau señalaban un rasgo que definiría su concepción posterior: el predominio de lo político sobre lo económico y de las particularidades nacionales sobre el universalismo. Después Laclau se estableció en Gran Bretaña, estudió en Oxford, fue profesor en la Universidad de Essex y reconoció en París su “verdadera patria espiritual”. En ese derrotero intelectual, insólito para un tercermundista, entró en contacto con las corrientes filosóficas europeas en boga: althusserismo, lacanismo, deconstructivismo. De esa mezcla rara entre el viejo populismo de su juventud porteña y el posestructuralismo francés de los 70, surgió el modelo del neopopulismo latinoamericano que, según sueña Laclau, puede llegar a jugar un papel protagónico en el futuro.
La fracción laclauista de Carta Abierta está integrada por profesores y sus discípulos de las facultades de humanidades de la UBA, incluido algún decano. Próximos a disciplinas periféricas como los estudios culturales, algunos de ellos se dedicaron a hacer filosofía de la literatura, y ahora quieren hacer literatura de la política. Su repercusión se ha reducido a los enclaves universitarios de las calle Puán o Marcelo T. De Alvear, y a engrosar las escuálidas huestes de las izquierdas en los actos kirchneristas; apenas una tormenta en un vaso de agua.
Este populismo de cátedra es distinto al de los años 60 y 70 centrado entonces en las “cátedras nacionales” originadas en el nacionalismo católico. El nuevo populismo proviene de la progresía convencida por Laclau de que la corriente institucionalista socialdemócrata es incapaz de responder a las demandas populares; acusa a Tabaré Vazquez y a Michelle Bachelet de “traidores” y a Lula Da Silva de “ambiguo”.
Pero el verdadero pensamiento de los intelectuales K es muy difícil de desentrañar dado que la prosa de Laclau y sus continuadores es críptica, comprensible tan sólo por una elite de iniciados, extraña opción para quienes se proponen “la construcción de un pueblo”, “la constitución de un nuevo sujeto político”. El estilo de Laclau está empedrado de indefinidos plurales: “Ideales emancipatorios”, “prácticas articulatorias”, “materialidades de la estructura discursiva”, “especificidades del vínculo hegemónico”, que traen el eco del barroco krausista-yrigoyenista. Con esa misma jergosidad academicista están escritas las proclamas de los intelectuales K y con la retórica hermética de sus papers o sus tesis universitarias hablan en los medios de comunicación. Más que declaraciones políticas parecen ser ejercicios de estilo. El alambicamiento sustituye a la argumentación y a la ausencia de datos objetivos. La oscuridad oculta la trivialidad y anacronismo de consignas que compañeros de ruta menos sutiles como Luis D’Elía reducen a antagonismos simplistas como pueblo-oligarquía y patria-colonia.
Además de los posestructuralistas franceses, otra fuente inesperada de Laclau es Carl Schmitt, jurista del nazismo a quien, aunque con reservas, reivindica. Se trata de un Schmitt algo distinto del admirado por los viejos populistas Arturo Sampay y Joaquín Díaz de Vivar, que querían convencer a Perón de invitarlo a la Argentina. El neoschmittianismo ha sido blanqueado de su nacionalsocialismo por la nueva izquierda después de que el jurista elogió las guerrillas campesinas. A través de Laclau y Mouffe, los Kirchner se enteraron de que eran schmittianos sin saberlo, ya que practican la concepción política preconizada por el teórico alemán: confrontación permanente, antagonismo insuperable de amigo-enemigo y decisionismo como forma opuesta a la discusión liberal. Aprendieron de Schmitt que el poder no reside en las instituciones republicanas sino en la persona del “soberano”, el que decide en el estado de excepción ante la crisis. Esta estrategia no les ha dado, sin embargo, los resultados esperados, y hasta llegó a ser derrotada en el Parlamento por la –para ellos– desdeñable deliberación indecisa de la democracia formal.
El laclauismo K tiene su parte de razón cuando sostiene que los conceptos de izquierda y derecha no están caducos y que sólo sus contenidos deben ser reconsiderados. Pero se equivoca cuando, al analizar las situaciones concretas, identifica a la izquierda con el populismo y a la derecha con la democracia liberal o la socialdemocracia. Se equivoca al calificar despectivamente de optimismo utópico al universalismo racionalista y democrático, y oponerle las “identidades colectivas” de pueblo y nación cuando éstas se están disolviendo ante el avance conjunto del individualismo y la globalización. El resurgimiento actual de los particularismos religiosos, étnicos y nacionales parecería darles la razón a los neopopulistas. Pero en la historia de las ideas políticas siempre ha ocurrido así, el avance avasallador de una tendencia provoca la reacción crispada de lo opuesto que lucha desesperadamente antes de morir.
Fuente: www.perfil.com
http://www.youtube.com/watch?v=8xyyJIFrr2w
Los demócratas si que la tienen clara
Es correcta la apreciación que abajo se consigna de los demócratas americanos, dado que por su concepción conservadora el PJ siempre fue más afin al partido republicano de bush
Se sabe: Néstor Kirchner es un apasionado de la rosca electoral. Tanto que no puede contenerse incluso cuando se trata de batallas de otros países. Su reciente paso por Nueva York lo encontró relajado por el papel de "primer caballero" y con tiempo para meterse de lleno en la campaña de Estados Unidos. Uno de sus interlocutores se sorprendió con la caracterización que hizo el ex presidente del candidato demócrata, Barack Obama. "Obama es como los radicales; mucha palabra, pero pocos hechos." La fuente le oyó decir que si tuviera que votar lo haría por John McCain, el republicano. Al parecer, la frase de Obama y los radicales la repitió delante de varios norteamericanos con los que le tocó cruzarse. Se quedaron sorprendidos; lo creían más afín a los demócratas.
Fuente: www.lanación.com.ar
http://www.youtube.com/watch?v=1yq0tMYPDJQ
domingo, 28 de septiembre de 2008
Alfonsinazo en el Luna Park
Sweet home Buenos Aires
2230, estados unidos, empedrado, fina estampa, fragancia, política, números, costos, cátedra, jobs, chile, bares, medio y medio, beer, chivito al plato y en finito, cine, sabina, chiche, teatro, más beer, adoquines, closed gallery, plaza dorrego, café, cognac, bosterismo a full, pets, fundamentalismo anti-rojo, buena onda, muy buena onda, 715, estas y muchas más son las sensaciones percibidas en una grata noche por San Telmo.
http://www.youtube.com/watch?v=nac8r4RUzik
foto: http://www.taringa.net/posts/imagenes/1156849/Fotos-de-Argentina:-San-Telmo.html
Veinticinco años
Por Daniel Larriqueta
El 10 de diciembre de 1984, el gobierno democrático celebraba su primer aniversario, y en un clima distendido, los ministros y los funcionarios menores de la Casa Rosada nos encolumnábamos para saludar al Presidente, que, acompañado por el vicepresidente Víctor Martínez y engalanado con su banda y su bastón, recibía de pie en su despacho. No había protocolo, de modo que me tocó, por los cotilleos y el azar, colocarme detrás de uno de los ministros más importantes y amigo y compañero de luchas de Raúl Alfonsín. Y pude escuchar lo que el ministro le decía al Presidente: "Te felicito, Raúl. Ya hemos durado un año". Era una cuenta veraz, pero inquietante; la cuenta de "durar".
El próximo 10 de diciembre la cuenta de durar será, para la democracia, de un cuarto de siglo. Confieso que para aquellos del principio, este fruto de hoy era, entonces, casi una quimera. No porque el pronunciamiento popular no hubiese sido categórico, sino por lo que dejábamos atrás, y las estructuras de poder autoritario que quedaban en pie.
Además, ¿cómo era vivir en una genuina democracia? Habían pasado cincuenta y tres años desde el derrocamiento de Hipólito Yrigoyen, y en ese largo medio siglo no había vuelto a haber ningún gobierno elegido democráticamente y que hiciera de la vida democrática su modo, su proyecto. En ese lapso habíamos vivido la innovación social y política que representó Juan Perón, que dejó muchos elementos positivos en la vida argentina, pero pisoteando o desdeñando los requisitos democráticos y las libertades públicas. Y los gobiernos que intentaron el modo democrático, como el de Arturo Illia y, con algunos matices negativos, el de Arturo Frondizi, tuvieron una representación menguada y finales agraviantes.
Más cerca, los diecisiete años y medio transcurridos desde el derrocamiento del presidente Illia en 1966, abarcaban casi el lapso de una generación de autoritarismo, violencia e intolerancia. Y en el gobierno de 1983 sabíamos que la mayoría de las expresiones de poder con las que debíamos convivir y, eventualmente, negociar estaban contaminadas por esa larga sombra. Sindicalistas, empresarios, jefes militares, autoridades religiosas, periodistas estrella y hasta figuras del arte y de la ciencia habían debido convivir con esas formas autoritarias como condición inevitable del surgimiento o de la permanencia. En otras palabras, la clase dirigente argentina que se había formado en esos años era, por decir lo menos, poco idónea para la vida en democracia. Todo eso hacía el tránsito incierto y obligaba al Presidente y a sus principales acompañantes políticos -pienso en los ya desaparecidos Antonio Troccoli y Juan Carlos Pugliese, aunque fueron muchos más- una misión de continua docencia. El presidente Alfonsín lo dijo en innumerables discursos: había que construir una mentalidad democrática, y del éxito de ese trabajo histórico dependería la solidez del proyecto.
En algunos casos, además, la oposición a la democracia no era pasiva. La vigencia de un pacto militar-sindical -acordado por Lorenzo Miguel y el general Nicolaides, según los papeles desclasificados por el gobierno de Estados Unidos- en las vísperas de las elecciones, podía anunciar que ciertos grupos sindicales y una parte considerable de la jerarquía militar seguirían resistiendo al avance democrático. Para prueba de lo fundado de esta prevención, allí están ahora, como hechos históricos, los terribles paros generales de la CGT, el atentado al Presidente, en mayo de 1986, y los numerosos alzamientos militares que continuaron hasta la década siguiente.
Pero esta refundación de la mentalidad democrática incluía a las fuerzas políticas. Cuando Adolfo Suárez -que fue el presidente del gobierno español autor de la transición hacia la democracia en su país- visitó al presidente Raúl Alfonsín, se abrió entre ambos un diálogo ilustrativo. El doctor Alfonsín le dijo a Suárez que él aspiraba a hacer en la Argentina una transición por lo menos tan exitosa como la que se había concretado en España, y entonces Adolfo Suárez le contestó: "Pero a usted le faltan dos elementos que a mí me ayudaron mucho: un rey como don Juan Carlos y un jefe de la oposición como Felipe González".
Había que alentar la consolidación de una oposición democrática como contrapeso y garantía del proyecto. Y en esta materia no hubo una luz clara, hasta que dentro del derrotado peronismo no se puso en marcha la "renovación". Los intentos de que fuese la misma Isabel Perón quien impulsara ese proceso entre sus partidarios habían dado pocos frutos, y sólo podía esperarse una reacción interna. Es menester subrayar ahora la importancia de la contribución que los peronistas renovadores hicieron a la democracia, como lo ha destacado el mismo Raúl Alfonsín en estos días, cuando en La Plata le agradeció públicamente a Antonio Cafiero haber llevado la democracia al seno de su partido.
La construcción que se inicia en 1983 se fue consolidando paso a paso, superando tormentas y desestabilizaciones que para los jóvenes de hoy son inimaginables. Y fue hecha por una clase política que había tenido muy pocas oportunidades reales de formarse, reunirse, discutir, estudiar. Eran los hombres y mujeres de la resistencia y tenían derecho a equivocarse en los detalles, a cambio de que acertaran en las grandes líneas.
Pero con esos aciertos no sólo se abría una larga y fructuosa esperanza para el país, sino que se cerraban otras cosas, cosas o tiempos de cuyo carácter históricamente dramático todavía no tenemos suficiente medida. Hugo Gambini está publicando, en estos días, su tercer tomo sobre la historia del peronismo, y su modo de marcar los tiempos me ha hecho pensar sobre una mirada más larga. Este tomo corre de 1956 hasta 1983, y es el tiempo de la violencia. ¿Cuánta violencia? Tanta que esos 27 años es el lapso más luctuoso del siglo XX, que cuenta los muertos de todos los sectores de a miles, más los torturados, los encarcelados, los exiliados. ¿No se parece este período a lo que ya tenemos incorporado a la memoria histórica como la "anarquía" del siglo XIX? Si es así, aquel 1983 no sólo hace puente con el último gobierno constitucional y plenamente democrático de 1930, sino que también clausura la anarquía del siglo XX.
La violencia y la destrucción del siglo XIX se cerró con el fundador pacto político que es la Constitución nacional. En 1983 no hubo un pacto tan explícito, sino un lento pero imparable proceso de acuerdo sobre la voluntad de consolidar la democracia. Y me parece que esa voluntad no es un accidente, sino que tiene sus raíces en aquel lejano pasado. Porque el presidente Alfonsín hizo su campaña electoral recitando, en cada discurso -y creo que dijo más de ochocientos- y en cada pueblo del país, el preámbulo de la Constitución nacional, crecientemente coreado por las concurrencias, como un pacto de nuevo comienzo. Creo que debemos observar esto con atención, porque significa que los valores del Preámbulo estaban en el corazón del pueblo argentino en 1983. ¡Ciento treinta años después de haber sido dictado!
Los autores más perspicaces, y en particular Alain Rouquié, habían señalado -en trabajos publicados durante los años oscuros- que las dictaduras militares hacían siempre referencia a un retorno a la democracia, como si la Argentina no reconociera otra legitimidad que esa, aun en los momentos de mayor confusión.
Acaso esa particular solidez ideológica y política es lo que constituye el patrimonio íntimo de nuestro país, formado y ratificado entre los horrores del siglo XIX y los horrores del siglo XX. Y ese patrimonio es, probablemente, lo que interpretó el gobierno de 1983 y reconocieron las otras parcialidades de la vida política argentina en aquellos años, y en los que han continuado hasta hoy. Si es así, entonces también el comienzo democrático de hace veinticinco años podría interpretarse como el reencuentro de la Argentina con su destino, con su razón de ser.
Artículo de opinión publicado en el diario La Nación, el 22 de septiembre de 2008
http://www.youtube.com/watch?v=ob5670m-tqg
miércoles, 17 de septiembre de 2008
Borges psicodélico
Jorge Luis Borges escuchaba a Pink Floyd, los Beatles y los Stones; aborrecía a Beethoven y a Gardel; tenía pasión por la comida japonesa y dejó de tomar vino cuando un amigo de su padre vaticinó que se volvería un “borracho perdido”. Así lo reveló su viuda María Kodama en París, donde se exponen 130 fotos de los viajes personales del genial escritor por el mundo.
“El decía que era sordo musical porque tenía sólo oído para la música de la palabra. Decía que Beethoven no le gustaba, lo que producía horror en la gente entendida; y creía que Gardel había arruinado el tango porque lo había hecho sentimental y llorón”, recordó Kodama en una entrevista que concedió a BBC Mundo en París, donde se exhibe la muestra El Atlas de Borges.
“Pero le gustaban Brahms, Bach, la música antigua, medieval, la música folklórica, la milonga y los tangos de la ‘guardia vieja’, como los llamaba, porque eran como milongas: tenían letras divertidas, en doble sentido”, repasó Kodama.
Tanto le gustaba Pink Floyd que “el himno para su cumpleaños no era el Happy birthday sino The Wall -dijo su viuda-. A la película The Wall la vimos infinidad de veces. Creo que sabía de memoria el diálogo. Le gustaba ese tipo de música porque decía que tenía enorme fuerza, terrible pero vital”.
Los Rolling Stones y los Beatles también “le encantaban por su fuerza increíble”.
Fuente: www.lacapital.com.ar
Imágen: http://flora-y-fauna.blogspot.com/2008/08/jorge-luis-borges.html
http://www.youtube.com/watch?v=-bbQUDFkdsU
martes, 16 de septiembre de 2008
El horror de La Noche de los Lápices
El 16 de septiembre de 1976 empezó la seguidilla de diez secuestros de estudiantes platenses que reclamaban por la instauración de un boleto estudiantil en un operativo dirigido por el general Camps. Sólo cuatro sobrevivieron a las torturas y crímenes del gobierno de facto.
La noche del 16 de septiembre de 1976 comenzaron una serie de secuestros de diez estudiantes secundarios agrupados en la Unión Estudiantil Secundaria (UES) quienes sólo pedían la instauración de un boleto estudiantil secundario en la ciudad de La Plata.
Sólo cuatro de los alumnos del Colegio Nacional de La Plata secuestrados sobrevivieron a las posteriores torturas y traslados impuestos por la dictadura. Hoy algunos militares retirados niegan los hechos ocurridos, el estado argentino —en su totalidad— reconoce los acontecimientos que tuvieron como protagonista al general Ramón Camps, como director del Batallón 601 del servicio de Inteligencia del ejército y la Policía de Buenos Aires y cabeza del operativo.
Según la CONADEP, la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas creada durante el gobierno de Raúl Alfonsín y presidida por el escritor Ernesto Sábato, la policía bonaerense había preparado un operativo de escarmiento para los que habían participado de la campaña por el boleto estudiantil, considerada por las Fuerzas Armadas como “subversión en las escuelas”, y que "los adolescentes secuestrados habrían sido eliminados después de padecer tormentos en distintos centros clandestinos de detención, entre los que se encontraban: Arana, Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes, Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires y las Comisarías 5a., 8a., y 9a. de La Plata y 3a. de Valentín Alsina, en Lanús, y el Polígono de Tiro de la Jefatura de la Provincia de Buenos Aires".
Este acontecimiento es tomado como un hecho emblemático del plan del Proceso de Reorganización Nacional de la última dictadura militar, ya que las desapariciones se realizaron sobre estudiantes, en su mayoría, menores de edad.
Fuente: diario criticadigital.com
Imágen: http://www.elortiba.org/lapices.html
http://www.youtube.com/watch?v=QXyX45A0Alk
domingo, 14 de septiembre de 2008
Amy Winehouse
miércoles, 10 de septiembre de 2008
Carta del Mono al Ruso
A modo de homenaje a Sergio Karakachoff reproduzco la carta de Gustavo "El Mono" Calleja, publicada en el Libro "En lucha", editado por la UNLP, misiva a la que el transcurso del tiempo no le ha hecho perder vigencia. Vaya entonces a título de homenaje y recuerdo a Sergio Karakachoff, un verdadero luchador de la causa radical, de la democracia, de la paz y de la vida.
Mi Amigo El Ruso
En los primeros días de septiembre se cumplen veinte años del asesinato de Sergio Karakachoff.
Estas líneas, cargadas por la subjetividad que implica la amistad, tratan de explicar las causas por las cuales sin haber ocupado jamás una función partidaria de primer nivel, ni haber dejado una obra escrita de envergadura, los jóvenes radicales, que solo lo conocen a través de la transmisión oral de sus pensamientos, lo hayan convertido en un mito vigente en todos los lugares de la República.
No dudo que en ello tiene que ver la trágica circunstancia de que un guerrero de la no-violencia haya sido una de las más preciadas victimas de los violentos, pero no es el motivo principal.
A muchos nos consta su rechazo al camino de la lucha armada; la entendía como una opción sin retorno, condenada al fracaso y a generar más daños que los que pretendía superar. Las únicas armas que utilizaba Sergio eran sus ideas y con ellas era prácticamente invencible.
Iletrados, sus asesinos, al saquear sus oficinas buscando armas de guerra, creyeron derrotarlo llevándose la única que existía: la colección del diario "En Lucha ", donde estaban sus pensamientos; de allí la frase sarmientina con que lo despide Anselmo Marini: "Bárbaros, las ideas no se matan". Muchas de esas ideas son las que levanta el Radicalismo triunfante de 1983 y ese es el triunfo de Sergio sobre los violentos.
Formado en la pureza de la militancia universitaria y en el ideario de la Reforma, adoptó de esta última y lo trasladó a todo el campo de la política, el concepto de que la autoridad no se ejercita mandando, sino sugiriendo y creando una vinculación espiritual entre el que transmite y el que recibe. De allí nacen su peregrinar permanente, su vocación periodística y su concepción democrática de la vida; defendía sus creencias, respetaba las de los demás y jamás aceptaba imposición ideológica de ninguna naturaleza. Su vida universitaria también es la base del nacimiento de su indiscutido liderazgo.
Admirador de Alem, Yrigoven y Lebensohn, Sergio entendía a la UCR en cuanto fuera un vehículo de la reparación y el progreso social equitativo; era un idealista de militancia permanente e integral, que sabia conjugar el pensamiento con la acción. Sin que él pudiera verlo, la historia demostró entre 1970 Y 1983 que la concreción de los grandes sueños es posible. Esa es la enseñanza que nos deja y la causa de su recuerdo constante, que se agiganta ante la realidad de un radicalismo errático en sus principios doctrinarios.
La introducción a la política grande la vive bajo la gestión frondicista, donde se muestran con claridad las peores lacras que minan la vida democrática: los pactos pre-electorales espurios, la violación de los compromisos programáticos, la justificación esotérica de los idearías traicionados, el reemplazo de la racionalidad por la corrupción en el accionar gubernamental.
El derrocamiento del Presidente Artuto Illa constituye un hito fundamental en la vida partidaria y también en la de Sergio, pues lo induce a un serio replanteo, cuyos principales interrogantes a responder giraban en tratar de comprender: a) como un gobierno democrático, eficaz en lo económico y social, internacionalmente exitoso y respetado y éticamente intachable, había caído solo, sin pueblo y sin partido; b) cuales eran las causas del apoyo que sectores populares enrolados en el Peronismo, con un pensamiento económico similar al del Radicalismo, brindaron a ese golpe, generado por grupos de poder que terminarían perjudicándolos y c) con la conducción partidaria de ese momento?, podrían generarse posibilidades para que la UCR dejara de actuar, tanto como un "ganador" de representaciones minoritarias en los intervalos constitucionales, como de garante democráticas de la salida de los golpes militares fracasados, y volviera a convertirse en el partido mayoritario y popular de Alem e Yrigoyen.
Estaba convencido que no debían tener cabida en la UCR. quienes aceptan mansamente los mecanismos del poder instaurados por el Régimen o sus continuadores: los consideraba ideológicamente vencidos e irrecuperables. Entendía que las posiciones complacientes, convertían al Radicalismo en socio de los poseedores y corresponsable de la consolidación y el agravamiento de las injusticias de los desposeídos. Tampoco aceptaba las posiciones dubitativas, a las que señalaba como el paso vprevio de las traiciones, y menos aun las coincidencias doctrinariamente inaceptables, conducentes al divorcio del Radicalismo con los sectores populares de los cuales había nacido y a los cuales se debía.
En 1968 fue el principal impulsor del diálogo con los sectores más progresistas del sindicalismo peronista platense, entre quienes se contaban Antonio Balcedo, Enrique Gaite y Eugenio Oraziuk. Paradójicamente, las mayores críticas las recibió por parte de quienes en 1972 -cuatro años después- reivindicaron el abrazo histórico entre Perón y Balbín.
Conjuntamente con Conrado Storani y Horacio Palacios creó la revista Pasaremos y comenzaron a caminar la República. De esta forma se convirtió en uno de los impulsores del Movimiento de Renovación y Cambio, corriente interna realmente progresista del Radicalismo, que le permitió superar la crisis en que se hallaba y llegar al Gobierno en 1983 con un apoyo popular masivo, tal como lo había soñado Sergio.
Incapaces de enfrentarlo en el terreno de las ideas, al igual que con Alem y Lebensohn, sus adversarios optaron por tratar de descalificarlo ideológicamente, utilizando conceptos que en las épocas que se vivian eran verdaderas sentencias de muerte.
Disfrutar de la amistad de Sergio era un lujo. La reconstrucción trágica de las circunstancias que rodean su secuestro, nos lo muestran ejerciendo el concepto de la amistad sin medir los riesgos que pudiera correr: llegó tarde para salvarle la vida a su amigo "Mingo" Teruggi, pero temprano para entregar la suya.
Para quienes lo conocimos íntimamente, no nos caben dudas sobre cuales hubieran sido sus posiciones cuando en el ultimo gobierno radical se comenzaron a reemplazar las doctrinas y los programas partidarios por otros distintos, elaborados por los representantes del poder económico, artífices del golpe de mercado que impulsó la debacle del gobierno y que hoy, bajo fachada de la administración justicialista detentan el poder real.
Estamos convencidos de la dureza con que hubiese calificado y enfrentado a quienes han comprometido a la UCR en la consolidación de un régimen conservador o la aceptación del papel partidario de variante prolija de un modelo socio-económico que ha llevado a nuestro pueblo a condiciones de pobreza desconocidas e inaceptables.
Hoy, increíblemente, los desafíos a enfrentar son los mismos que en 1966, pero con enemigos infinitamente más poderosos y un radicalismo débil, inmerso en una crisis ideológica que parece no tener fin.
El mejor homenaje que le podemos hacer a Sergio es no aceptar la derrota cultural en que se encuentra la Republica y estar convencidos que con ideas y militancia es posible derrotar el modelo neo-liberal vigente. Pero si llegásemos a pensar en la irreversibilidad de la situación actual, tal como Sergio repetía ante los temerosos de los cambios "pongámoslo nuevamente a Cisneros y vayámonos a casa".
La Plata, 31 de agosto de 1996
Gustavo Adolfo Calleja
http://www.youtube.com/watch?v=kFH6c3qQnP8
sábado, 6 de septiembre de 2008
Los K son los mejores pagadores de la historia
Al FMI, al BM y al BID se abonaron 24.983 millones de dólares, más que en cualquier otro período de la Argentina.
Todavía está por verse si la historia recordará al matrimono Kirchner como la pareja presidencial que logró mejorar la distribución del ingreso en la Argentina. Pero Néstor y Cristina ya se ganaron un lugar en los libros de economía como los mayores pagadores de la historia argentina a los organismos internacionales de crédito, con sede en Washington o en París.
Repasemos la información que surge de dos fuentes oficiales: la página web de la Secretaría de Finanzas del Ministerio de Economía y un documento enviado por Félix Camarasa, director por Argentina en el Banco Mundial, al ministro Carlos Fernández.
Los números son los siguientes:
• Al Fondo Monetario Internacional, desde 2003, se abonaron, netos de desembolsos del organismo, U$S 17.061 millones. Con el siguiente detalle: en 2003, 752 millones; en 2004, 2.596 millones; en 2005, 4.102 millones; y en 2006, cuando se canceló la totalidad de la deuda, 9.611 millones de dólares.
• Al Banco Mundial, desde la era K, se le giraron U$S 5024 millones. El desagregado es así: en 2003, 1377 millones; en 2004, 331 millones; en 2005, 854 millones; en 2006, 1014 millones, en 2007, 879 millones; y en lo que va de 2008, 569 millones de dólares.
• Al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el matrimonio presidencial le gatilló U$S 2898 millones. En 2003, 273 millones; en 2004, 584 millones; en 2005, 392 millones; en 2006, 577 millones; en 2007, 496 millones; y en 2008 hasta junio, 576 millones de dólares.
Insistimos. Los pagos de capital e intereses listados arriba son siempre netos de los desembolsos de préstamos por parte de los propios organismos. Es decir que es el dinero cash que voló desde Buenos Aires a Washington. En total, entre el FMI, Banco Mundial y BID, suman 24.983 millones de dólares en los últimos cinco años. Ningún otro período de la historia argentina del siglo pasado registra semejante transferencia de fondos a los organismos internacionales.
Fuente: nota de Maximiliano Montenegro en www.criticadigital.com
http://www.youtube.com/watch?v=z0bdEW77Vos
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