miércoles, 10 de septiembre de 2008

Carta del Mono al Ruso


A modo de homenaje a Sergio Karakachoff reproduzco la carta de Gustavo "El Mono" Calleja, publicada en el Libro "En lucha", editado por la UNLP, misiva a la que el transcurso del tiempo no le ha hecho perder vigencia. Vaya entonces a título de homenaje y recuerdo a Sergio Karakachoff, un verdadero luchador de la causa radical, de la democracia, de la paz y de la vida.

Mi Amigo El Ruso
En los primeros días de septiembre se cumplen veinte años del asesinato de Sergio Karakachoff.

Estas líneas, cargadas por la subjetividad que implica la amistad, tratan de explicar las causas por las cuales sin haber ocupado jamás una función partidaria de primer nivel, ni haber dejado una obra escrita de envergadura, los jóvenes radicales, que solo lo conocen a través de la transmisión oral de sus pensamientos, lo hayan convertido en un mito vigente en todos los lugares de la República.

No dudo que en ello tiene que ver la trágica circunstancia de que un guerrero de la no-violencia haya sido una de las más preciadas victimas de los violentos, pero no es el motivo principal.

A muchos nos consta su rechazo al camino de la lucha armada; la entendía como una opción sin retorno, condenada al fracaso y a generar más daños que los que pretendía superar. Las únicas armas que utilizaba Sergio eran sus ideas y con ellas era prácticamente invencible.

Iletrados, sus asesinos, al saquear sus oficinas buscando armas de guerra, creyeron derrotarlo llevándose la única que existía: la colección del diario "En Lucha ", donde estaban sus pensamientos; de allí la frase sarmientina con que lo despide Anselmo Marini: "Bárbaros, las ideas no se matan". Muchas de esas ideas son las que levanta el Radicalismo triunfante de 1983 y ese es el triunfo de Sergio sobre los violentos.

Formado en la pureza de la militancia universitaria y en el ideario de la Reforma, adoptó de esta última y lo trasladó a todo el campo de la política, el concepto de que la autoridad no se ejercita mandando, sino sugiriendo y creando una vinculación espiritual entre el que transmite y el que recibe. De allí nacen su peregrinar permanente, su vocación periodística y su concepción democrática de la vida; defendía sus creencias, respetaba las de los demás y jamás aceptaba imposición ideológica de ninguna naturaleza. Su vida universitaria también es la base del nacimiento de su indiscutido liderazgo.

Admirador de Alem, Yrigoven y Lebensohn, Sergio entendía a la UCR en cuanto fuera un vehículo de la reparación y el progreso social equitativo; era un idealista de militancia permanente e integral, que sabia conjugar el pensamiento con la acción. Sin que él pudiera verlo, la historia demostró entre 1970 Y 1983 que la concreción de los grandes sueños es posible. Esa es la enseñanza que nos deja y la causa de su recuerdo constante, que se agiganta ante la realidad de un radicalismo errático en sus principios doctrinarios.

La introducción a la política grande la vive bajo la gestión frondicista, donde se muestran con claridad las peores lacras que minan la vida democrática: los pactos pre-electorales espurios, la violación de los compromisos programáticos, la justificación esotérica de los idearías traicionados, el reemplazo de la racionalidad por la corrupción en el accionar gubernamental.

El derrocamiento del Presidente Artuto Illa constituye un hito fundamental en la vida partidaria y también en la de Sergio, pues lo induce a un serio replanteo, cuyos principales interrogantes a responder giraban en tratar de comprender: a) como un gobierno democrático, eficaz en lo económico y social, internacionalmente exitoso y respetado y éticamente intachable, había caído solo, sin pueblo y sin partido; b) cuales eran las causas del apoyo que sectores populares enrolados en el Peronismo, con un pensamiento económico similar al del Radicalismo, brindaron a ese golpe, generado por grupos de poder que terminarían perjudicándolos y c) con la conducción partidaria de ese momento?, podrían generarse posibilidades para que la UCR dejara de actuar, tanto como un "ganador" de representaciones minoritarias en los intervalos constitucionales, como de garante democráticas de la salida de los golpes militares fracasados, y volviera a convertirse en el partido mayoritario y popular de Alem e Yrigoyen.

Estaba convencido que no debían tener cabida en la UCR. quienes aceptan mansamente los mecanismos del poder instaurados por el Régimen o sus continuadores: los consideraba ideológicamente vencidos e irrecuperables. Entendía que las posiciones complacientes, convertían al Radicalismo en socio de los poseedores y corresponsable de la consolidación y el agravamiento de las injusticias de los desposeídos. Tampoco aceptaba las posiciones dubitativas, a las que señalaba como el paso vprevio de las traiciones, y menos aun las coincidencias doctrinariamente inaceptables, conducentes al divorcio del Radicalismo con los sectores populares de los cuales había nacido y a los cuales se debía.

En 1968 fue el principal impulsor del diálogo con los sectores más progresistas del sindicalismo peronista platense, entre quienes se contaban Antonio Balcedo, Enrique Gaite y Eugenio Oraziuk. Paradójicamente, las mayores críticas las recibió por parte de quienes en 1972 -cuatro años después- reivindicaron el abrazo histórico entre Perón y Balbín.

Conjuntamente con Conrado Storani y Horacio Palacios creó la revista Pasaremos y comenzaron a caminar la República. De esta forma se convirtió en uno de los impulsores del Movimiento de Renovación y Cambio, corriente interna realmente progresista del Radicalismo, que le permitió superar la crisis en que se hallaba y llegar al Gobierno en 1983 con un apoyo popular masivo, tal como lo había soñado Sergio.

Incapaces de enfrentarlo en el terreno de las ideas, al igual que con Alem y Lebensohn, sus adversarios optaron por tratar de descalificarlo ideológicamente, utilizando conceptos que en las épocas que se vivian eran verdaderas sentencias de muerte.

Disfrutar de la amistad de Sergio era un lujo. La reconstrucción trágica de las circunstancias que rodean su secuestro, nos lo muestran ejerciendo el concepto de la amistad sin medir los riesgos que pudiera correr: llegó tarde para salvarle la vida a su amigo "Mingo" Teruggi, pero temprano para entregar la suya.

Para quienes lo conocimos íntimamente, no nos caben dudas sobre cuales hubieran sido sus posiciones cuando en el ultimo gobierno radical se comenzaron a reemplazar las doctrinas y los programas partidarios por otros distintos, elaborados por los representantes del poder económico, artífices del golpe de mercado que impulsó la debacle del gobierno y que hoy, bajo fachada de la administración justicialista detentan el poder real.

Estamos convencidos de la dureza con que hubiese calificado y enfrentado a quienes han comprometido a la UCR en la consolidación de un régimen conservador o la aceptación del papel partidario de variante prolija de un modelo socio-económico que ha llevado a nuestro pueblo a condiciones de pobreza desconocidas e inaceptables.

Hoy, increíblemente, los desafíos a enfrentar son los mismos que en 1966, pero con enemigos infinitamente más poderosos y un radicalismo débil, inmerso en una crisis ideológica que parece no tener fin.

El mejor homenaje que le podemos hacer a Sergio es no aceptar la derrota cultural en que se encuentra la Republica y estar convencidos que con ideas y militancia es posible derrotar el modelo neo-liberal vigente. Pero si llegásemos a pensar en la irreversibilidad de la situación actual, tal como Sergio repetía ante los temerosos de los cambios "pongámoslo nuevamente a Cisneros y vayámonos a casa".


La Plata, 31 de agosto de 1996
Gustavo Adolfo Calleja

http://www.youtube.com/watch?v=kFH6c3qQnP8

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