domingo, 7 de octubre de 2007

Nota sobre vinos en jornada dominguera


Los varietales no existen

La verdad de la milanesa es que, nueve veces de cada diez, un vino blend es preferible, en términos de excelencia gourmet, que otro ofrecido como ciento por ciento varietal

La cosa vinos es clara y simple: por un lado tenemos varietales, elaborados punta a punta con uvas de una sola cepa o variedad –merlot, ponele, o cabernet– y por el otro, a los otros. Esos otros vienen mix: una parte, por ejemplo, ese cabernet al que se acopla un añadido de malbec y un plus adicional de gay merlot. ¿Cómo se llaman estos mix? En altri tempi se les decía genéricos, pero esa denominación ya no se usa, salvo en boca de veteranos cacané tipo Fernando Vidal Buzzi o Dereck Foster. O yo, si nos ponemos cronológicos. Pero escusemuá; yo dejé absolutamente de usarla en el atardecer de un día agitado, mediados de los 80, cuando un joven políticamente correcto, pero gramaticalmente maso, me clavó en las pupilas su pupila gris y preguntó: "Y eso, ¿qué es lo que es?"

Para el lunfardaje de Cachimayo y Zelarrayán, eso son directamente los vinos de corte; pero no. En el ejemplo de recién, vinos de corte son los cortes de malbec y de merlot que se agregaron al cabernet para transformarlo de varietal en blend. ¡Tac, blend! Ahí está la denominación. Correctita, fashion, wasp. WASP es la sigla de white anglo saxon puritan, la demografía predominante en el nuevo imperio mundial.

Argentina, te fijaste, cada vez más wasp. Yo mismo soy, lo sé, un anglosajonizante inveterado y hoy el pendex de los 80, en vez de eso de "qué es lo que es", habría preguntado "¿what y what?" Esperate un poco más y ya verás al cabernet acortado a mero cab, al afrancesado chardonnay, monosilabeado a char, y a Robert Parker junior sentado en la Rosada impartiendo directivas, espero en que solamente sobre vinos.

Una opción alternativa no wasp para blends es ensamblajes.

La mayoría absoluta de los vinos, en especial los tintos, siempre fueron y seguirán siendo blends; porque las características organolépticas de un varietal se mejoran casi siempre al unirse con las complementarias de otro. Sabemos por ejemplo que un complejo austero cabernet puro gana indefectible en versión 70/30 con un frívolo perfidito merlot, el assemblage clave de Bordeaux; que el corte syrah tinto con viognier blanco produce un blend con grandes chances de aterciopelado voluptuoso; que la tradicional fórmula argentina cab 60% con merlot 20%-malbec 20% ha deparado siempre los más grandes tintos de Argentina.

En rigor de verdad, los varietales puros-puros no existen. Fueron apenas un astuto invento del marketing americano en su lucha a muerte –iniciada en los años 70– contra los ancestrales châteaux de Bordeaux y los top négociants de la Bourgogne. Pero desde su irrupción en los mercados quedó muy claro que un blend californiano 70/30 (ahora, hace poco, 80/20) puede comercializarse como varietal del cepaje predominante sin declarar los otros cortes. Es un blablaísmo comercial, sólo capaz de confundir a quien no lee las etiquetas (grave y sistemático error) del producto que está por comprar.

El vino es ante todo un disfrute gourmet; segundo, una cultura del vivir más intenso y más a fondo. Pero también es un negocio supergrosso para ganar posiciones, en el cual se considera fair play utilizar todas las armas.

Por Miguel Brascó

http://www.youtube.com/watch?v=SIM4DCn7AlE

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