lunes, 19 de noviembre de 2007
Adicción
Ojos marrones
Este es un texto anónimo digno de compartir producto de las satisfacciones que me ha deparado.
"Doctor, he venido a verle porque tengo un problema de adicción. No, no que va. No es el tabaco, ni al alcohol lo que me preocupa.
Tampoco consumo ningún tipo de droga, esté usted tranquilo. Lo que sucede es que soy adicto a unos ojos marrones.
Con ojeras, casi siempre. Yo creo que no duermen bien. Ah, no; el porqué no lo sé, esos dos ojos no se explican demasiado.
Y cuando parece que lo hacen, lo único que consiguen es confundirme. Les clavo aquél interrogante de: "¿qué coño nos estápasando?" pero ellos no sueltan prenda. Me parecen tan tristes, a veces. (Suspiro) Ah, sí; mi adicción.
Pues verá, los síntomas son los mismos que los de cualquier otra adicción. No es que yo tenga mucha experiencia en adicciones pero, cuando hace unos meses intenté dejar de fumar, me paso algo parecido.
Yo no quiero fumar porque sé que me perjudica pero, a la que me imagino mi vida sin humo, siento una angustia que me desborda. No puedo dejar de pensar en el momento en el que volveré a fumar y me convierto en un combinado de excusas, mal humor, y tentaciones.
Nada más existe, sólo el tabaco como único centro de mis actos. Con sus ojos, me pasa exactamente lo mismo. Si siento que están cerca, que me observan, que me miman, que me sonríen, y me distinguen con su gesto del resto de la gente, estoy más o menos tranquilo.
Esa dosis es suficiente para mí. Pero, cuando noto que se alejan, que me esquivan, que me echan en cara algo que no entiendo o me rechazan, mi vida empieza a convertirse en ellos.
No hay nada más que dos enormes ojos, marrones. Y ese es el tormento, doctor. Esta adicción, cuando me arrebatan la dosis, duele. Duele horrores. (Mirada baja, parpadeo rápido. La lágrima no se escurre, flota en el vértice del lagrimal).
¿Voluntad? ¿pero cómo voy a tener voluntad para hacer algo que no quiero hacer, doctor? Tiene que haber otra solución. Una que no dependa de mí.
Usted no puede pedirme que los ignore. Ay, ¡si los viera! Dos ojos marrones, grandes, y a veces se quedan tan pequeños. Tanta ternura, vitalidad, inteligencia, cabe en esa mirada.
Si es que, son de esos ojos que cuando acompañan a un beso se te meten en la piel y te corren y te erizan, y se te pone cara de pánfilo.
Doctor, no son unos ojos cualquiera como los que puede encontrarse usted cada día. Qué va, son ojos, no se lo va usted a creer pero, son ojos nacidos para obsesionar.
Y claro, los síntomas de abstinencia cuando estoy más de dos días sin verlos pues, imagínese. Taquicardia, mareos, tensión por las nubes, sudores fríos. No sé, algo tiene que haber.Desobsesionadores, -¿hipnosis?- parches, inyecciones, una mirada de plástico que supla esa mirada.
¿Decírselo? Ni hablar. Las adicciones son muy caprichosas, doctor. A lo mejor, si se lo digo, dejan de interesarme esos ojos marrones. Y entonces ¿qué hago yo, doctor? ¿qué hago yo sin obsesiones?"
http://www.youtube.com/watch?v=fMUedRUJ_HA
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1 comentario:
Apropiarse de textos ajenos sin el consentimiento de su autor (o autora, en este caso), equivale a robar.
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